Por una Educación sin barreras en Magdalena

Al momento de publicar esta columna de opinión de Julián Ganon, el presidente Alberto Fernández declaró servicios públicos la telefonía móvil y el acceso a internet. «Eliminar entonces la brecha digital es apostar al futuro, es igualar oportunidades que podrán hacer realidad algún día el sueño de que en Magdalena no existan barreras de ningún tipo para educarse«, sostiene el autor en esta nota.


Por Julián Ganon

El virus y la emergencia habrán marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. El 2020 no será un año más en nuestras vidas. La crisis puso luz, como nunca antes, sobre las profundas contradicciones en las que nos encontramos inmersos. Vivimos una locura cotidiana que nos impide apreciar el verdadero valor de la cosas y esa dinámica habilita la posibilidad de que podamos convivir con enormes injusticias que como sociedad aceptamos sin el valor de traerlas a la discusión, porque nos incomodan. Convencidos de nuestra incapacidad para solucionar tan grandes demandas, sencillamente miramos para el costado.

Pocos temas ponen tan en evidencia el estado de contradicción permanente en el que vivimos como lo que sucede con la tarea educativa en momentos de pandemia. Rápidamente se montó un sistema a través del cual docentes y alumnos continuarían con la propuesta pedagógica de manera virtual, pero sin profundizar demasiado en la cuestión.

Por la fuerza de los hechos comprendimos las enormes posibilidades que brindan las nuevas tecnologías en el campo de la democracia y en el funcionamiento del sistema político, pero este razonamiento no fue acompañado con la correspondiente obligación de que los distintos niveles del Estado asuman su voluntad de elaborar políticas eficaces para obtener el acceso universal a Internet y a las herramientas digitales.

Claro que en una sociedad donde muchos pasan hambre, Internet parece un tema banal. Pero si no asumimos la cuestión estaremos profundizando todas las injusticias que conocemos. Internet y educación pasarán a ser instrumentos de privilegio.

En nuestro distrito son muchas las familias que no cuentan con acceso a Internet, tantos otros tienen un solo dispositivo por familia (o ninguno), sumado a que existen familias que no viven en un entorno de uso cotidiano de herramientas digitales como sucede en el sector rural, donde muchas veces no se cuenta siquiera con servicio. Por este motivo en la actualidad muchas niñas, niños y jóvenes se encuentran absolutamente excluidos digitalmente y desfavorecidos en comparación con aquellos que pueden acceder al uso de nuevas tecnologías y por ende a educarse.

Esta situación que docentes enfrentan a diario profundiza las desigualdades ya existentes en la sociedad en la que vivimos y de perdurar en el tiempo, dejará enorme secuelas. El empoderamiento que brinda Internet como motor del desarrollo humano debe ser para todas las personas y no para un sector de la sociedad solamente. De lo contrario, educación pública y universal será solo una ilusión.

En el Partido de Magdalena tenemos el orgullo de contar con un programa que permite a cientos de jóvenes continuar con sus estudios universitarios. Eso habla de una comunidad que ha celebrado un pacto social tácito, mediante el cual asumió a la educación como la mejor herramienta para transformar la realidad. En el marco de ese contrato social, parte del enorme dinero que se invierte habitualmente en el programa del Boleto Educativo Gratuito (proveniente del Fondo de Financiamiento Educativo) debería ser rápida y transitoriamente reasignado para solucionar esta situación, democratizando el sistema y evidenciando capacidad de gestión para resolver problemas del presente que afectan el futuro.

Casi 21 millones de pesos recibió en lo que va del año la Municipalidad de Magdalena en concepto de Fondo de Financiamiento Educativo, los cuales ÚNICAMENTE se pueden invertir en “educación, ciencia y tecnología”. Habitualmente, gran parte de esos recursos se utilizan para financiar el programa del Boleto Educativo Gratuito, pero al estar suspendidas las cursadas universitarias presenciales. ¿En qué se está gastando el dinero? ¿Hasta cuándo esas familias van a seguir perdiendo la posibilidad de que sus hijos e hijas se puedan educar a la par de los hijos e hijas de familias que pueden solventar las herramientas tecnológicas que demanda el programa?

Importa tener una ciudad estéticamente agradable, pero importa más aún que el gobierno garantice el derecho a educarse, en este caso a través de democratizar el acceso a Internet, a herramientas tecnológicas y a conocimientos digitales ampliamente disponibles y accesibles para aquellos que más lo necesitan, controlando además los abusos por parte de los proveedores de los servicios.

Debemos comprender que hemos llegado al punto en que tecnología y educación son términos inseparables, por lo que democratizar el saber se encuentra en profunda relación con los cambios sociales, políticos y culturales que necesitamos de nuestra sociedad para construir una ciudad justa. Eliminar entonces la brecha digital es apostar al futuro, es igualar oportunidades que podrán hacer realidad algún día el sueño de que en Magdalena no existan barreras de ningún tipo para educarse, pudiendo avanzar así en la enorme tarea de derribar una por una las injusticias con las que convivimos.