Capaz cuatro décadas no sea tanto

Por Laura Acosta *
desde Verónica, Punta Indio

Es sábado al mediodía y como en otras épocas, surca el cielo limpio un avión de la Base. Hace rato que no pasaba ninguno tan ruidoso, tan rasante, tan intimidante. Voy caminando por la calle principal del pueblo y me quedo pensando en todo lo que pasó en estos días. Todo podría ser trabajado en las aulas para explicar varios conceptos vinculados a lo que marca la política educativa: ESI, Derechos Humanos, Construcción Social de Sentidos y Democracia.

Todo lo ocurrido en el acto por el 2 de abril en la plaza San Martín de Verónica son muestras de lo que es la intolerancia (los uniformados se pusieron a cuchichear y hacer maniobras de distracción para que el público no prestara atención), el intento de censura («callate, sacale el micrófono» y la intención de desenchufar el amplificador), la violencia («que se calle, andáte, estúpida, mogólica», la mujer del comandante desaforada gritando desde atrás del monumento) actitudes antidemocráticas («este no es el lugar para hablar de política, es para homenajear» -atribuyéndose la legitimidad de ser quienes dicen cómo hay que homenajear-, un oficial retirado abordando por la espalda a Soledad cuando se iba «con la intención de hablar con ella»).

Suena el celu. Un mensaje de whatsapp informa que la justicia federal ordenó medidas de protección para la docente agredida tras un discurso que molestó a militares. Un escalofrío me recorre el cuerpo al leer el nivel de amenazas que justificaban la decisión, luego de que con el patrocinio de la Comisión Provincial por la Memoria, Soledad denunciara en sede judicial todo lo que está viviendo por estos días.

Sigo relacionando. La medida judicial trae algo de alerta; porque si no fuera que la negacionista prodictadura de Victoria Villarruel es la vicepresidenta, no sería necesaria.

Vuelvo a repasar los posteos, los compartidos y la construcción del relato que se hizo en las redes. Un suboficial retirado fue quien encendió el fósforo y, como el clima de época es más que propicio y alentador y ellos tienen toda la gimnasia necesaria (así hicieron hace muy poquito que Javier Milei sea hoy presidente) lograron que la víctima de la intolerancia, la censura y la antidemocracia se convierta en victimaria. Y de ahí, la catarata: “que vergüenza”, “dolor”, “terrible lo sucedido”, “no era el lugar para decir lo que dijo”. Los comentarios de quienes estando ahí no habían ni llegado a escuchar el discurso, y los que ni siquiera habían estado en la plaza pero se indignaban por lo publicado por alguna persona.

Rapidito salieron a pedir la cabeza de la profesora (deja vu) las autoridades del Comité de la Unión Cívica Radical de Punta Indio, que después de décadas, en medio de la mayor crisis económica de los últimos tiempos y a contramano de lo que puede la mayoría del pueblo argentino, edificaron su local partidario en tiempo record. Se metieron con su trabajo, quisieron asustarla, pero no lo lograron, porque a Soledad la respaldó desde el SUTEBA provincial hasta la CTA, pasando por la CPM, otros organismos de Derechos Humanos, colegas y familias de la comunidad y la mismísima DGCyE; hasta la solidaridad del gobernador recibió la profe, que proponía pensar en un ámbito donde nadie piensa, todos obedecen.

Es la segunda vez en 41 años de democracia que veo que oficiales (y suboficiales) de una fuerza (en este caso la Armada) rompan fila y se retiren porque un/a civil mencione lo triste, ilegal y dolorosa que fue la Dictadura Cívico Militar; la anterior fue cuando el presidente de la Nación, Néstor Kirchner -a la sazón comandante en jefe de las FFAA- pronunció en 2006 en el día del Ejército. “No tengo miedo, ni les tengo miedo. Queremos el Ejército de San Martín, Belgrano, Mosconi y Savio. Y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos, que fueron de Videla, Galtieri, Viola y Bignone”, había dicho, y varios se fueron, ese día de la formación y luego de la fuerza por insubordinación.

Pensaba, además, qué habrá pasado con ese oficial de la plana mayor de la Base Punta Indio que fue el primero en saludar e irse del acto, cuando su superior –el comandante- aún estaba ahí sentado al lado del jefe comunal, que es la máxima autoridad ejecutiva democráticamente elegida en la comunidad que agarró el micrófono para pedirles disculpas. ¿Qué habrá sucedido con todos los demás subordinados al comandante en una fuerza verticalista que tanto respeta la vía jerárquica? Enseguida comprendí.

Gobierna quien alienta a “despertar leones” y violencia contra Soledad. La amenazó quien le disparó en la cabeza a Cristina Fernández de Kirchner y no la mató porque el tiro no le salió. La teoría de los dos demonios vuelve a justificarse en un acto oficial y nadie contradice. Los mecanismos que usó la Dictadura empiezan a naturalizarse… Capaz de verdad tengamos que revisar porqué tanta gente –incluso estudiantes- haya incentivado, compartido, megusteado y avalado tamañas violencias. Capaz no sea una exageración el botón antipánico que le dio el Ministerio de la Mujer a Soledad. Capaz que cuatro décadas de Democracia, en definitiva, no sea tanto tiempo y para poder seguir celebrando los 10 de diciembre, haya que volver a insistir con pensar y relacionar más.


* Laura Acosta es periodista y docente. Vive en la ciudad de Verónica, donde editó durante 24 años el semanario El Colono de Punta Indio, que dejó de publicarse al comienzo de la pandemia de Covid19 en mayo de 2020.