El 8M no es un día de «reflexión», es un día de lucha por nuestros derechos

Por Eugenia Moreno

Como cada 8 de marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, las mujeres en multitud volvimos a copar las calles de las ciudades. Sin embargo, aunque cada año somos más, parece que tenemos que seguir aclarando qué queremos, qué reclamamos. Parece hasta irrisorio que cada día de lucha, de movilización, o que represente algo para las mujeres, tengamos que salir a aclarar o contar qué es lo que se reivindica. Es como si estuviesen diciendo “a ver qué se les ocurre a éstas este año”, como tapando el sol con un dedo los reclamos que se hacen TODOS los días del año.

Una vez más fui parte de la movilización en La Plata. En un clima entre festivo y doloroso por las que faltan, le dimos a la ciudad ese matiz de colores y alegría de encontrarnos todas juntas luchando por lo nuestro. Ni más ni menos, luchar por lo nuestro. Ahí no existen diferencias. Sólo existen miles de mujeres y disidentes hartas de no poder salir a la calle tranquilas, de no tener equidad económica por el mismo laburo, de ser violentadas, ultrajadas y hasta violadas a plena luz del día. Peor aún, por las que no volvieron. Por los más de 50 femicidios que van en lo que va del año. Sólo tres meses, 50 femicidios. ¿Qué hacemos con todo esto? ¿Tenemos que seguir explicando o se entiende?  ¿Tenemos que explicar como se escucha en los cánticos de las jornadas de lucha que “la culpa no era mía, ni cómo estaba, ni cómo vestía, el violador eras tu”?

Sí, parece que tenemos que seguir explicando. La semana del 8 de marzo hasta se vuelve aberrante por las puestas en escena que aparecen, las consignas carentes de contenido y, cómo no, la falta de información y perspectiva de género. He visto en La Plata, con una marcha, con dos marchas, planificadas con mucha antelación, a nuestras mismas compañeras cortando las calles para que pasemos, corriendo el riesgo de que a algún automovilista se le ocurra seguir de todos modos, como lo vi también; mientras que la Catedral se encontraba vallada y con cordón policial. No se puede ahondar más en ese tema. El poder de la religión y la monumentalidad por sobre la vida de personas. Prioridades nefastas.

Asimismo, en el Partido de Magdalena sigue habiendo un gran vació en información y perspectiva de género en los espacios políticos y, por supuesto, en el Estado municipal. La jornada de “reflexión” dirigida a las mujeres de Magdalena, es más una invitación a la reflexión de quienes la llevaron a cabo que de las mujeres en general. ¿Sobre qué tienen que reflexionar las mujeres? Si está claro que reflexión desde este lado sobra, las calles lo demostraron; lo que falta es que los varones reflexionen, hagan autocrítica y quizá rompan con los lazos de encubrimiento de familiares, amigos, vecinos, conocidos. La cuenta es sencilla, si nos ponemos a hablar entre mujeres 9 de cada 10 fueron violentadas de alguna manera a lo largo de su vida. Sin embargo, en una conversación así, ningún hombre violentó ni conoce a nadie que haya violentado a una mujer. Ya ahí hay algo que está fallando. Las cuentas no dan.

Retomando lo que venía desarrollando, la «jornada de reflexión para las mujeres en Magdalena» recae en una falta de conocimiento y en una reproducción de los mandatos patriarcales que justamente se viene martillando para poder cambiarlos. Si miramos la propaganda con perspectiva crítica, lo primero que encontramos es que está directamente dirigida a las mujeres que están en pareja. No digo que puertas adentro no existan problemas. Claro que los hay y muchas veces son la punta del iceberg de la violencia. La mayoría de los femicidios se dan en el marco de las parejas. Sin embargo, hay muchas que quedamos afuera de ese llamado a “reflexión”. Se habla del golpe, la dependencia económica, los límites a estudiar o trabajar, los insultos, entre otras cosas. Todo asumiendo que estás en pareja, heterosexual por supuesto, no vaya a ser cosa que pongamos en tela de juicio la heteronormatividad. Ya eso sería otro nivel del que por ahora, parecen estar lejos.

Por fuera quedamos tantas, que si de todos modos estuviésemos en pareja, no tendríamos que salir a reflexionar o a responder una encuesta anónima para que sepan nuestras demandas y no hagan nada al respecto. A lo lejos se ve un “si te obliga a tener relaciones sexuales” que parece ser más una invitación a la abstinencia sexual en vez de, por ejemplo ir contra el “si te juzgan por tener relaciones con quien quieras”. Ahí sí iríamos por el buen camino de la reflexión. Hace años ya se viene abordando el tema de que las mujeres y disidentes no somos sujetos pasivos que esperamos que nos encaren. Vivimos en la era de las mujeres deseantes, del sexo y, por qué no, del amor. Pero del sexo y el amor que elegimos libremente.

Entonces, retomemos cuál es el mensaje que queremos transmitir, debatámoslo, pongamos todo en tela de juicio y así se van a dejar de naturalizar tantas cosas. Hace varios años también vengo escuchando de los hombres “no, ahora no se puede encarar más porque te escrachan enseguida”. La pregunta que les hago siempre es «contame, ¿cómo encarabas antes?«. Se nota que estabas más cerca del acoso que de esperar la respuesta por sí o por no. Si no, ¿de qué tenés miedo?

Ese “temor” de los hombres, que temor básico comparado con el nuestro que salimos a la calle sin saber si volvemos vivas, viene aparejado con una de las grandes consignas que se vienen dando y es que NO, ES NO! No es un “no sé”, un “mmmm capaz que quiero pero me hago la difícil (no puedo mostrarme dispuesta de entrada por que no sería femenino y me van a tratar de puta como pasaba antes)” NO, ES NO. Punto.

El llamado a la reflexión tiene que ser para los varones, que cuenten anónimamente cómo saben que un amigo acosó o hizo algo peor pero que lo mantienen oculto. Que siguen siendo muy graciosos los chistes machistas, «total si alguna mujer se queja, la mandamos a medicar. Están todas locas!».

Que invite a los varones a entender por qué las mujeres salen a reclamar, qué miedos tienen, a cuántas limitaciones se tienen que enfrentar día a día, cómo la precariedad económica afecta nuestras vidas, sobre las cuotas alimentarias que no pagan los padres por los hijos de los que no se hacen cargo en su sustento aunque luego esgriman orgullosos su paternidad, cómo es la desigualdad de salario por hacer el mismo laburo…

Esa invitación a la reflexión, si la miramos también por fuera de los hombres, no habla de ESI “Educación Sexual Integral” que es ley desde el 2006 y que aún hoy no se implementa. Si se lo hace, se da de forma arbitraria, donde cada docente parece decidir y lejos están de capacitar para que efectivamente esa ley de sus frutos. Caemos en las charlas sobre el sistema reproductor femenino y masculino. La sexualidad sigue siendo un tabú. El deseo sexual, la heterosexualidad, la prevención de enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, siguen quedando fuera. Es necesaria y urgente la implementación de la ESI en las escuelas, con perspectiva de género.

Por último, por supuesto, no se habla del aborto legal. El aborto es legal en Argentina y aún sigue siendo un tabú. Algo que se sabe que está, que siempre estuvo pero que es mejor no tocarlo. No hablemos del tema a ver si van al hospital a querer hacerlo…. ¿Y ahí que hacemos? El aborto es un derecho, un derecho bien conquistado que debe ponerse en la agenda. Otra deuda con las mujeres y disidentes del país.

Entonces, dejemos de armar campañas propagandísticas y pongamos sobre la mesa todos los temas que son urgentes y que necesitan que cada uno se haga responsable, pero principalmente el Estado. No pueden salir estas actividades del Estado. Es él el que primero se capacite y ponga en agenda todos los temas porque es el responsable. La deuda es con nosotras y lo vamos a seguir gritando hasta que no tengamos más voz.

Por las que pasaron por hechos aberrantes, por las que ya no están, por las que vienen luchando para salir de una relación de mierda, por todas. Por salir a la calle sin miedo, por ser iguales en derechos, porque si no tenemos los mismos miedos, significa que no tenemos los mismos derechos. Mira que sencilla es la lectura. Si te molesta la lucha, significa que sos parte del problema. Empecemos por esos análisis. Lo demás, se dará solo.

No nos van a callar y cada vez seremos más en las calles. Espero sí, que a partir de ahora, sea con un Estado presente con políticas de género concretas que salden de alguna manera la deuda que tienen con nosotras.

Fotos: Eugenia Moreno