«¿Qué puede tener de particular un edificio que alberga simplemente unos baños?«, se pregunta el arquitecto y escritor Pablo Briguez en esta nueva entrega de sus ensayos breves sobre proyectos arquitectónicos de Magdalena que merecen ser mirados y redescubiertos. Esta vez no se trata de una casa familiar como en los textos anteriores, sino de una construcción para los «núcleos sanitarios del balneario municipal«, cuyo proyecto constructivo original basado en líneas modernistas y una interrelación visual con el paisaje costero, se desvirtuó por sucesivas intervenciones hasta «perder su estructura básica» y «la idea que lo sustentaba«. Para el autor, sin embargo, el patrimonio arquitectónico local está a «tiempo de recuperar» esta obra singular.
OBRAS PERDIDAS. LA MODERNIDAD INVISIBLE
CAPÍTULO VII
MODERNIDAD LÍQUIDA
Por Pablo Briguez
Si bien el nombre de esta nota está tomada de una idea del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien utiliza el concepto “Modernidad Líquida” para retratar las consecuencias de la sociedad globalizada sobre los individuos, ante la incertidumbre de los constantes cambios a los que están sometidos, no es motivo de estos párrafos profundizar en los comportamientos sociales, ni en sus consecuencias. Sin embargo, es posible establecer un paralelismo para introducirnos nuevamente en el análisis de otra obra de nuestra localidad.
Si hay una característica marcada de Magdalena es la relación directa que tiene con el agua. Más allá de no ser un pueblo de ribera, existe en nuestra configuración geográfica un elemento que nos identifica: la cañada con sus humedales, recibiendo el agua de las lluvias que se deposita en la parte oeste de la ciudad, para luego correr por los arroyos Buriñigo o Espinillo, y terminar desembocando en el Río de la Plata, conformando un ecosistema que envuelve toda la ciudad en lo que antiguamente se llamaba “La Isla”.
Una de las intervenciones más importantes que se han realizado sobre este sistema hídrico, fue la construcción de lo que conocemos como el murallón de nuestro balneario municipal, que abrió la posibilidad de poder contener el crecimiento del río y hacer del lugar un espacio para la recreación y el contacto con la naturaleza. Esta obra que tiene largamente ya más de 60 años y aún se mantiene en excelente estado, estuvo acompañada por otra de igual valor e importancia, y que es la que nos ocupa hoy: el edificio de los núcleos sanitarios del balneario municipal.
Pero, ¿qué puede tener de particular un edificio que alberga simplemente unos baños? En principio, se trata de una construcción que originalmente respondió a los principios básicos del movimiento moderno, pero que, a lo largo del tiempo, ha sufrido un sin fin de modificaciones y ampliaciones constructivas. Como sucede con la modernidad líquida que Bauman postula, para referirse a nuestra contemporaneidad en la que las realidades sólidas se han desvanecido, exponiendo a los individuos a constantes cambios, del mismo modo, las ampliaciones y modificaciones mencionadas, han producido sobre este edificio alteraciones que han hecho perder su estructura básica, no solo en lo constructivo, sino también sobre la idea que lo sustentaba.
Hoy podemos ver un edificio de dos plantas, con baños y dependencias en su parte inferior y la batería de baños original en la planta superior. Pero la idea primigenia de este edificio era un prisma horizontal apoyado sobre columnas que lo despegaban del suelo.
El arquitecto franco suizo Le Corbusier (uno de los padres de la modernidad en arquitectura), estableció 5 puntos para una nueva arquitectura: Pilotis, planta libre, fachada libre, ventana longitudinal y terraza Jardín.
Algunos de estos puntos, a excepción de la terraza jardín, están presentes en el desarrollo de esta obra. Un basamento sobre pilotis o columnas hacen que la planta donde se desarrolla el programa se despegue del suelo, punto sobre el que volveremos más adelante. La estructura está resuelta a través de un sistema de columnas y losas de hormigón, quitando a las mamposterías de cualquier esfuerzo estructural, permitiendo esto último que la fachada tenga una composición más plástica y libre que deja la aparición de la ventana longitudinal que atraviesa todo el volumen, reforzando la condición horizontal del prisma.
Volviendo sobre el punto de los pilotis de la composición original, no se trata de un capricho estético o arquitectónico, sino que este tipo de construcciones es propia para un medio como el río, con sus constantes crecidas, que hacen imposible la permanencia de las construcciones en planta baja. Además de ello, el edificio no interfería con el paisaje natural. La construcción levitaba por encima del agua permitiendo siempre un contacto directo con el entorno.
Las características mencionadas en esta descripción hacen de este edificio el único de nuestra localidad que responde a esta forma tan singular de pensar la arquitectura. Las sucesivas intervenciones sobre el mismo han ido despojándolo de la pureza del planteo inicial, ocultando esos principios arquitectónicos, hasta hacerlos en nuestros días prácticamente irreconocibles.
Esta obra, cuyo autor se desconoce a la fecha, es otra de las tantas obras construidas que pasan desapercibidas, ajenas a la mirada, y que merecen ser iluminadas para ser reconocidas porque forman parte de nuestro patrimonio edificado.
Tal vez resida ahí el paralelismo entre el enunciado de la modernidad líquida de Bauman y los constantes cambios que un edificio pueda sufrir, para que finalmente pierda su razón de ser, alienándolo, quitándole su fundamento. Algo que aún estamos a tiempo de recuperar, en el redescubrimiento de sus rasgos esenciales, donde un simple prisma flotaba sobre esa pampa líquida que es el Río de la Plata.