Los humedales en la escuela, conocer para defender

En esta nota Florencia Fajardo, docente del Centro Educativo para la Producción Total (CEPT) n° 29 en Roberto J. Payró, localidad rural del partido bonaerense de Magdalena, relata la experiencia en los cursos de escuela secundaria con la temática de los humedales y los trabajos realizados por les estudiantes. En estos días de lluvias intensas, los humedales que ocupan buena parte del distrito, «actúan como una esponja, previniendo y mitigando inundaciones«, dice la autora en esta oportuna colaboración para InformadorMgd.


Por Florencia Fajardo

Quienes alguna vez fueron a la costa de Magdalena, Atalaya, Punta Indio o a la reserva “El destino” conocen bien de cerca lo que es un humedal. Esa zona costera pegada al Río de la Plata, acumula agua del río y recibe el curso de muchos arroyos que desembocan ahí.

Según la Convención Internacional sobre Humedales (Convención de Ramsar) un humedal es “una zona de la superficie terrestre que está temporal ó permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan”. Por su parte el Ministerio de Ambiente y desarrollo sostenible explica que  ”(…) el país designó 23 Humedales de Importancia Internacional o Sitios Ramsar, que abarcan una superficie total de 5.687.651 hectáreas”. En la zona de Magdalena y Punta Indio lo asociamos con el río de La Plata, pero también pueden ser lagunas, salinas, pantanos, esteros, turberas y ciénagas (entre otros). 

Los humedales cumplen muchas funciones: actán en el control de la erosión costera, actúan como una esponja, previniendo y mitigando inundaciones. Segun la página del Foro Río de La Plata  los humedales tienen efectos climáticos beneficiosos por evapotranspiración que mantiene los niveles locales de humedad y de lluvias, además de ser reguladores de temperatura evitando la elevación de la misma, lo que los técnicos comparan como los “aires acondicionados naturales” de los centros urbanos. Son el sustento de una gran diversidad biológica, retienen carbono y purifican el agua a través de la remoción de tóxicos y la retención de sedimentos y nutrientes. Pero además el río de La Plata es el territorio donde se asienta nuestra cultura e identidad. Desde hace generaciones vecinos y vecinas de esta región (y también turistas) vamos a refrescarnos, pescamos, caminamos, escribimos poesías entre otra gran cantidad de acciones que hacen a nuestra propia identidad.

A pesar de sus reconocidos beneficios, el Índice de Extensión de los Humedales, muestra que entre 1970 y 2008 se redujo su superficie un 40 % a escala mundial. Entre las principales presiones sobre los humedales podemos nombrar los cambios en el uso del suelo (negocios inmobiliarios, deforestación, rellenos, etc.), alteraciones en la dinámica del agua (por extracción, intercepción, desvíos, etc.), extracciones (pesca, maderas, pasturas, etc.), contaminación (agrícola, industrial y doméstica), introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático.

A raíz de esto, desde hace años vecinos y vecinas autoconvocados/as, organizaciones sociales, ambientales, políticas, sindicatos, docentes, artistas se vienen movilizando a lo largo y ancho de nuestro país para intentar frenar la destrucción de los humedales. Hace pocos días volvieron a aparecer noticias en los medios de comunicación sobre los humedales pero esta vez más asociados a las peripecias de los carpinchos que “invadían” Nordelta en la zona de Tigre. Esa misma semana además llegaron a Capital Federal una caravana de kayaks que durante 7 días remaron desde Rosario a Tigre para movilizarse al Congreso de la Nación, donde exigieron que el proyecto de ley de humedales sea tratado finalmente y que no pierda estado parlamentario. Este proyecto había sido consensuado en noviembre de 2020 en la Comisión de Ambiente de la Cámara de Diputadxs. Sin embargo desde entonces ha sido cajoneado en las Comisiones de Agricultura y Ganadería, Presupuesto y Hacienda e Intereses Marítimos.

En este marco, en el año 2020 desde una escuela rural de Magdalena (CEPT N° 29) un equipo de docentes trabajó la problemática de los incendios de humedales vinculándolo con la región en la que se inserta la comunidad educativa. 

La experiencia en sí 

En el contexto de la pandemia, el año pasado construímos una propuesta pedagógica acorde a la situación extraordinaria de “educación remota de emergencia” que nos tocó vivir. 

En una de las áreas (la de medioambiente sustentable), definimos trabajar el tema de humedales ya que el contexto continental, pero sobre todo argentino, nos interpeló. En los medios de comunicación veíamos los incendios en el delta del Paraná y en Córdoba. Decidimos tomar eso, problematizarlo e intentar vincularlo con el territorio donde los y las estudiantes viven.

Armamos tres trabajos prácticos para cada uno de los años (de primero a sexto). Cada uno se acomodó a los contenidos posibles de ser comprendidos según las edades y lo visto en años anteriores. Sin embargo todos los trabajos incluyeron transversalmente un análisis no sólo de los factores biológicos o fisicoquímicos, sino también de la dimensión humana en la relación con el medioambiente. Todas las propuestas fueron situadas en el territorio. Si bien arrancábamos desde lo del Delta del Paraná como referencia, todas hicieron puente con las problemáticas ambientales en la región/territorio que alcanza la escuela, como por ejemplo el derramamiento de petróleo en las costas de Magdalena y Punta Indio en 1999 o la extracción ilegal de conchilla en el medio del Parque Costero Sur durante el 2019.  

No es novedad que vivimos una crisis ambiental que pone en riesgo nuestra continuidad como especie. La pregunta sobre qué podemos hacer para revertirla es parte de los interrogantes que guía estas prácticas educativas. La escuela es un espacio priviligeiado para cuestionarnos, preguntarnos y generar herramientas que fortalezcan la organización comunitaria para defender los territorios y ambientes donde vivimos. En este sentido se me ocurren algunas preguntas que podríamos hacernos en las aulas que cuestionan la relación depredadora que existe en nuestro territorio: ¿cuánto tiempo tardará para que la reserva de la biósfera “Parque Costero Sur” se vea amenazada frente al desarrollo inmobiliario u otros negociados?, ¿cuánto sabemos de los efectos que la extracción de conchilla causa en la zona?, ¿quién regula la tala del bosque nativo de talar en la zona donde se asientan las conchilleras?, ¿cómo podemos defender nuestros territorios? ¿Qué leyes nos amparan?.

Considero que la experiencia pedagógica en Educación Ambiental nos reafirmó el rol central de la educación para conocer, cuidar y mejorar el medioambiente en el que vivimos. Tal como expresa Fourez (1997) la enseñanza de las ciencias cobra sentido cuando ayuda a los y las estudiantes a comprender su propio mundo (Fourez, 1997), cuando su enseñanza va más allá de una función puramente teórica e informativa, sino en un motor que impulse una efectiva alfabetización científico-tecnológica.

Está en nosotros/as.