Pablo Amadeo: «Nunca había sido más correcta la expresión «público cautivo»»

A pocos días de la entrada en vigencia del decreto de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio el editor platense Pablo Amadeo publicó en PDF la compilación de textos Sopa de Wuhan, un libro digital que dio nacimiento al sello ASPO y con el que inició una serie de tres exitosos volúmenes que reúnen buena parte de la producción de pensamiento desde las ciencias sociales en torno a la pandemia de coronavirus. InformadorMgd lo entrevistó para charlar sobre su trabajo y el fenómeno editorial de la cuarentena.


Pablo Amadeo vive en La Plata, es artista visual, diseñador gráfico, editor, activista político, agitador cultural y profesor universitario. La lectura atenta de los primeros textos que diversos pensadores en distintas partes del mundo empezaron a publicar en torno al Covid-19 lo llevó a editar una serie de libros gratuitos en formato PDF que reúnen esas producciones filosóficas.

Las ediciones de ASPO se hicieron virales, valga el doble sentido. El libro electrónico Sopa de Wuhan, editado y publicado a fines de marzo luego de 24 horas de trabajo febril (de nuevo, valga la ironía), tuvo en pocos días cientos de miles de descargas y lectores. También generó polémicas: a raíz del provocador título elegido Pablo Amadeo sufrió acusaciones de racismo y xenofobia. La sopa estaba servida y Pablo se sintió en su salsa, aceptó los debates de buen grado y defendió sus posiciones sin dejar de reconocer argumentos válidos a sus polemistas

A Sopa de Wuhan le siguieron La Fiebre y Posnormales, el segundo título hace foco en el pensamiento latinoamericano en relación a la pandemia y el tercero se dirige a lo que vendrá después de ella.

Los libros tuvieron una difusión poco común para cualquier lanzamiento editorial local: notas en los diarios nacionales, reseñas en los principales suplementos culturales, entrevistas en medios internacionales.

Otro de los atrevimientos del sello ASPO fue pasar de largo sobre los derechos de propiedad intelectual pero sin ejercer una apropiación comercial. Los artículos habían sido compartidos en las redes sociales así que, sin dejar de citar las fuentes originales de cada texto, pareciera que la política que se adoptó para con la producción de las ciencias sociales sobre el virus que asola al mundo, coincide con la postura que sostienen muchos sanitaristas y países en relación a las ciencias médicas y bioquímicas y el posible descubrimiento de una vacuna: liberar las patentes del conocimiento para que todes salgamos beneficiades.

IMgd: ¿Cómo surgen el proyecto ASPO?

Pablo Amadeo: Para hablar del surgimiento del proyecto editorial, es necesario hablar del surgimiento del primer volumen, Sopa de Wuhan. Ya que el sello ASPO aparece como subsidiario a la edición, es decir, primero estuvo el libro, luego la editorial.

Sopa de Wuhan; antes que un libro, fue un itinerario de lectura. Muchos de los artículos que compilé los leí de manera casi inmediata a su publicación. Varios de los debates los seguí en “tiempo real”, y para eso fue necesario prestar atención a las actualizaciones de algunos sitios web de referencia –como Russia Today, sitio en el cual se publicó originalmente el texto de Slavoj Žižek, o versobooks.com sitio en el cual Judith Butler publica el texto que compilo–, a portales de diarios con llegada internacional como El País de España –en el cual se publicaron, por ejemplo, los trabajos de Paul Preciado, Byung-Chul Han o el alemán Gabriel Markus-, o a las webs oficiales de algunos intelectuales como el caso del Quodlibet.it de Giogio Agamben. Todo esto, a su vez, circulaba en redes sociales, el “tráfico” de links por grupos de wathsapp era permanente, y ponía de manifiesto una demanda real de lectura en torno a la coyuntura internacional que se inauguraba con la pandemia de coronavirus. Estos “ensayos” circulaban de manera dispersa, separados de otros artículos con los cuales dialogaban y sin los cuales era difícil abordarlos en su totalidad.

Mi trabajo como editor –en este caso– se resumió a sistematizar esas producciones, ponerlas en una línea de tiempo –del 26 de febrero al 28 de marzo– según su fecha de publicación. Todos los hipertextos subyacen en las referencias mutuas que hacen autores y autoras, y en el ejercicio de lectura que se organizan en torno a esas escrituras. En este contexto sociocultural marcado por la superproducción y el archivo infinito, el trayecto, como experiencia de vida –en este caso un itinerario de lectura personal– y el hecho de presentar ese “recorte” a un público, termina constituyendo una forma discursiva –“artística”, diría Nicolás Bourriaud– en sí misma. En este contexto de hiperproducción de contenidos, es lógico que predominen ciertos oficios de “inventario”, un universo profesional de la interconexión y la experiencia. Así cobran relevancia las acciones de quienes diseñan catálogo, producen mashup o loopean canciones de otros: los Djs, curadores o editores.

Resumiendo: publiqué lo que leí, de ahí la variedad y las limitaciones. Armé el material con el que me hubiera gustado encontrarme para abordar los debates de manera “ordenada” y contrastada. Y en ese gesto, se resumía algo que nos estaba pasando a muchas personas alrededor del mundo; es decir, la experiencia era transferible. Yo hice un libro, pero otras personas organizaron hilos en redes sociales en los cuales compartían links con diferentes artículos, por ejemplo; o blogs en los cuales se podían encontrar algunos materiales reunidos.

ASPO fue una iniciativa personal en el momento de editar Sopa de Wuhan. Pero para la llegada de La Fiebre trabajé con varias personas. En principio con Laura Conde, mi pareja. Ella es graduada en Letras, becaria doctoral del CONICET y directora de teatro. Lleva adelante correcciones de artículos y el diálogo con algunos autores, es coautora de las notas editoriales y asesora permanente en toda la comunicación que se realiza como ASPO. Realiza propuestas de estructura en los material y es la que aporta parte del “aparato teórico” y de categorías con el que se piensan las ediciones.

IMgd: ¿Cuál fue la difusión y repercusión de Sopa de Wuhan?

P.A.: Sopa ha sido un material con mucha circulación, y no deja de ser una gran sorpresa. Si bien había algunos indicadores que me permitían creer que podía ser un material con mucho impacto –por ejemplo la cantidad de comentarios que cada artículo tenía en sus sitios originales de publicación, las vías por las cuales me llegaban una y otra vez los materiales, etc.–, nunca sabemos efectivamente si eso se reduce a nuestros contactos o círculos de activismo o si efectivamente puede ser algo que trascienda los “microclimas”. Comencé a compilar Sopa de Wuhan el sábado 28 de marzo a la tarde, el domingo 29 a las 18 hs ya lo tenía diseñado y lo empezaba a enviar a diferentes grupos de wathsapp, acompañado por un breve texto que decía que compartía un insumo para propiciar algunos debates y hacer más llevadera la cuarentena. Ese mismo domingo a las 12 de la noche me encontré chateando con una chica que estaba en África en una misión humanitaria de la ONU y me comentaba que en su grupo de trabajo habían empezado a leer el libro. Al otro día respondía mensajes que llegaban de España, México, Colombia, Inglaterra, Italia, y así.

Pero ahí es preciso tener cautela y entender que el estado de excepción que genera el confinamiento es la condición necesaria para que esto impacte de la manera que lo hizo. Nunca antes ha sido más correcta la expresión “público cautivo”. Esa suspensión del tiempo que implica la cuarentena para muchas personas –para otras la vida siguió igual o bajo mayores niveles de hiperactividad desquiciante–, permitió recibir el material con otra disposición. Además, resulta estimulante acercarse al pensamiento crítico en torno a una realidad que nos mantiene hace semanas en un estado de perplejidad ininterrumpida.

Lo que me resulta verdaderamente novedoso es que un libro de perspectiva filosófica -en definitiva- sea la lectura común de un grupo absolutamente heterogéneo de personas. Allí hay algo para pensar como fenómeno, en el sentido revela la crisis de los guettos que se configuran en torno a algunos registros narrativos. ¿Quiénes pueden leer filosofía? ¿Para quién está escrita? Esta experiencia me devuelve muchos interrogantes con respecto a quién es el público de nuestras producciones, cuáles son las condiciones económicas, sociales, políticas que lo segmentan para pensarlo en clave de lectores, cómo se configura el “gusto”, quiénes lo organizan, hasta dónde elegimos lo que leemos…

Por último me parece importante destacar dos cuestiones que hacen también al impacto del material. La primera es su carácter absolutamente gratuito, sin ningún tipo de licencia y abierto para la libre circulación. La segunda, son las referencias con las cuales cuenta cada artículo compilado, además de su fecha original de publicación, están acompañados por una referencia a su sitio de origen y por una pequeña biografía del autor o la autora. Esto permite abrir otras “ventanas” y seguir profundizando, ya sea en la obra de quien escribe o en las publicaciones del sitio de referencia. No hay ningún gesto de “apropiación privada” de los artículos y eso fue leído correctamente por un público que, además, se ocupó activamente de “viralizarlo”.

IMgd: El título Sopa de Wuhan y el arte de tapa del libro generaron críticas, polémicas y hasta declaraciones de repudio ¿qué estuviste pensando sobre eso?

P.A.: En relación a las críticas me parece necesario realizar algunas aclaraciones. En principio es importante entender que hay una situación muy delicada con respecto a la sinofobia, contemporáneamente fomentada, con especial intensidad, por la guerra comercial global entre China y EEUU. Entiendo que las críticas a la portada de Sopa de Wuhan se inscriben en una alerta referida a este problema. En los primeros días de la edición de Sopa de WUhan, mantuve charlas con ciudadanos chinos que residen en España, por ejemplo, en muy buenos términos y compartimos miradas con respecto al material, en algunas estuvimos de acuerdo, en otras no. Por otro lado recibí mensajes muy agresivos, los menos debo decir, de personas que nada tenían que ver con la comunidad asiática. Y se elaboró un comunicado público, impulsado por Red de Diáspora China en España, en el cual se me acusó de estar “perpetrando –a partir de la titulación del libro y la imagen de portada–, un conjunto de sentidos demagógicos, racistas y sinofóbicos que, a su vez, reproducen un discurso reduccionista y esencialista posibilitando la construcción de imaginarios estancos y cosificadores que geolocalizan, falsamente, el origen del virus COVID-19 en Wuhan, China”. A su vez, en el mismo comunicado se compara el diseño de portada con los dichos sinofóbicos de Donald Trump y los del franquista Javier Ortega Smith –secretario general de VOX, el partido político de ultraderecha español–. En este comunicado se me instó a cambiar el título y el diseño de portada del libro para “no perpetuar discursos racistas”. Asimismo, el comunicado expresaba sus diferencias con la selección de autores en tanto que constituía una mirada puramente “occidental”. Entre otros argumentos, por la no inclusión en la selección de textos del trabajo elaborado por el colectivo Chuǎng, Contagio social. Guerras de clases microbiológica en China, libro publicado recientemente por una editorial rosarina. De igual manera, se me critica haber utilizado para la portada una ilustración de Ernst Haeckel, a quien, en el marco del comunicado, se lo señala como un “exponente del racismo científico”, indicando, a su vez, que “sus obras sirvieron de referente y justificación para el racismo, el nacionalismo y el darwinismo social, y estuvieron en la base de las teorías racistas del nazismo”. Asimismo, se señala que “la ideología de Haeckel estimuló el nacimiento del fascismo en Italia y Francia”.

Mi respuesta ante este comunicado fue retirar Sopa de Wuhan de mis sitios de descarga –actualmente, los servidores que alojan versiones del libro no tienen nada que ver con mis redes– y discontinuar el nombre en el segunda edición de ASPO, como ya se ha dicho, el segundo libro se llama La Fiebre. De igual manera ofrecí a los colectivos que impulsaron el comunicado, la posibilidad de publicar el material que creyeran pertinente en la segunda compilación que, en ese momento, se estaba armando.  

Pero más allá de sacar de línea el material, o de convocar a Julieta De Marziani como nueva ilustradora y cambiar el nombre del libro, lo aclare en su momento –y lo sostengo todavía– no tengo acuerdo con los motivos expresados en el comunicado, ni con la lectura que se realiza de la portada, ni con la mirada con respecto a las decisiones editoriales y mucho menos con las comparaciones en las que no guardo ninguna diferencia con un magnate megalómano belicista como Trump, o con un fascista como Ortega Smith. Y, por supuesto, estoy en las antípodas de responsabilizar a Haeckel sobre los usos que movimientos políticos de ultraderecha pueden haber hecho de su obra dos décadas después de su muerte. Recordemos que Haeckel falleció en 1919, un momento en el que el nazismo, por dar un ejemplo, no existía como tal. Esta operación es muy similar a la que se ha realizado durante décadas al intentar emparentar el pensamiento nietzscheano al nacional socialismo y, consecuentemente, al nazismo. Mónica Cragnolini, docente e investigadora especialista en Nietzsche, explica en diferentes artículos y conferencias, que el filósofo fue un ferviente crítico del antisemitismo, se reconocía a sí mismo con ascendencia polaca y era un amante de la lengua italiana y francesa por sobre la alemana, lengua que le sonaba a marcha militar y al golpe de la bota prusiana. En el comunicado se reproducen esas lecturas esencialistas, pero esta vez sobre la biografía de Haeckel, quien no solo fue uno de los grandes ilustradores del mundo natural del Siglo XIX, sino que también fue quien acuñó conceptos como “ecología”, inaugurando la rama de la biología que estudia las relaciones de los diferentes seres vivos entre sí y con su entorno.

La preocupación ante los crecientes casos de sinofobia es totalmente genuina y, a su vez, es absolutamente necesario tomar medidas en contra de la propaganda que impulsa el gobierno de los EEUU y varias figuras políticas de Europa. Eso no está en discusión. Ahora bien, no todo es lo mismo. La tapa de Sopa de Wuhan no se propone responsabilizar a los “mercados mojados” de Wuhan –o a ciertas costumbres alimenticias regionales– de la pandemia del COVID-19. El concepto de “sopa” reviste un doble significado: por un lado, como ya dije en otros momentos de esta entrevista, hace referencia al mito de origen; y por el otro, a la mezcla de ideas –el fondo de cocción– que contiene el libro. El “mito” siempre es ficcional y, a su vez, siempre tiene algo de verdadero, hecho que lo configura como un territorio de disputas. Tomemos el libro del colectivo Chuǎng al que se hizo referencia anteriormente, allí dice: “Por una parte, los orígenes exactos del virus no están todavía del todo claros. Es posible que se originara en los cerdos, que son uno de los muchos animales domésticos y salvajes que se trafican en el mercado mojado de Wuhan que parece ser el epicentro del brote…”. A lo largo de todo el libro Contagio social se trabaja sobre la hipótesis de Wuhan como epicentro del surgimiento del virus, pero se complejizan los motivos por los cuales esto podría ser así. Sigue: “La mayor probabilidad, sin embargo, parece apuntar hacia el virus originado en murciélagos o posiblemente en serpientes, ambos de los cuales suelen ser recogidos en el medio silvestre. (…) Pero sin la conexión directa de la ganadería industrial, ¿puede decirse que los mismos procesos económicos tienen alguna complicidad en este brote en particular? La respuesta es sí, pero de una manera diferente.” ¿Estaríamos en condiciones de decir, entonces, que el libro Contagio Social, del colectivo Chuǎng, es demagógico y que su contenido “difumina la peligrosidad de reproducir un discurso reduccionista y esencialista, en este caso, a partir de la escritura que refiere a un falso origen masivamente señalado por los medios de comunicación y reproducido en las redes acríticamente”? No, claramente no. Tampoco puede decirse de la portada de Sopa de Wuhan. Si no hay metáfora, metonimia, ironía, todo acto de enunciación no puede ser mucho más que una operación higiénica, de pura literalidad, en definitiva, un acto contra el lenguaje.

Cuando Donald Trump habla de “el virus chino” no está utilizando ninguna metáfora. Y si en el análisis de la pieza gráfica nos perdemos al enunciador, difícilmente estemos teniendo una mirada que revista algo de rigurosidad sobre la “cosa”. Sucede lo mismo si se nos pierde de vista el “público”; o mejor dicho lo inconmensurable de la semiosis social. Por ejemplo, cuando el comunicado pide “coherencia” entre el contenido y la tapa, se espera una relación de correspondencia que se supone inexistente en Sopa de Wuhan ya que contenido se supone crítico mientras que la portada es leída como racista. “¿Qué ocurre cuando este discurso [racista] viene acompañado de una compilación de escritos de pensadorxs contemporánexs?”, se interroga el documento. Lo que sucede en todas las combinaciones posibles entre portada y artículos, justamente la diversidad de efectos de significación (y no de significados arbitrarios y estables) que surgen de ese choque y de la potencialidad poética y crítica del mito y la rostridad del virus.

Las imágenes que seleccioné y la disposición bajo la cual aparecen en la portada, unas sobre otras -superpuestas- observándonos, vienen también a representar la idea de bestiario, de compendio de criaturas maravillosas; porque Sopa de Wuhan es también un bestiario del pensamiento contemporáneo. Y que en lugar de una foto documental de un murciélago, haya una ilustración, es una decisión que se propone construir una distancia estética. Esos rostros monstruosos son algunos de los tantos rostros que se le pusieron al COVID-19, los rostro más animalizados, los más otrificados, los más representativos, quizá, de la mirada occidental sobre oriente. Pero insisto en la distancia estética, y no sólo en la que puedo sugerir a través de la composición de la tapa, sino de la necesaria para observar cualquier pieza gráfica -cualquier obra de arte-, al fin de distinguir esa experiencia de las experiencias de la vida real.

Una última cosa en relación a este documento. En uno de sus fragmentos dice: “Así, terminamos preguntándonos, quiénes y cómo concebimos esa contemporaneidad, desde qué mirada, desde qué marco de análisis. Por qué se otorga valor discursivo y epistémico a unxs y no a otrxs. Nos preocupa que todavía seamos incapaces de escuchar otros discursos, otras voces que pongan en jaque nuestro conjunto de creencias actuales. Y nos cuestionamos por qué todavía se habla de Oriente desde una “contemporaneidad” mayoritariamente occidental”. Esta pregunta es válida, potente, necesaria. Ahora, no comparto en absoluto que la respuesta a este interrogante sea el libro publicado por el colectivo Chuǎng, como se afirma en el comunicado. Contagio social es un libro muy interesante y el trabajo de Lazo Negro Ediciones junto con la traducción de Artillería Inmanente, me parece impecable. Saludo la iniciativa e invito a su lectura atenta. Ahora bien, todo el libro, por completo, retoma, cita y reescribe los estudios e investigaciones elaboradas por el biólogo estadounidense Rob Wallace, quien en 2016 publicó Big Farms Make Big Flu (Grandes granjas hacen grandes gripes). ¿Cuál sería, entonces, esa otra epistemología no occidental que propone el comunicado? Esto que señalo no le quita mérito alguno a la edición, pero sí lo desplaza por completo del lugar en el que el comunicado, forzosamente, lo quiere ubicar.

Para titular un libro soy de los que creen que debemos echar mano de lo sentidos que circulan en lo social. Pensar menos en lo que nos gusta a nosotros y prestar más atención a lo que está dando vueltas. Así a un libro sobre el rol de los medios comunicación en la criminalización de la niñez propongo llamarlo La mala fama. El periodismo parapolicial…. (Malisia, 2018), o titulo Se va a caer (Pixel, 2019) a una compilación de conceptos básicos de los feminismos. No sé si son buenos o malos títulos, no se trata de eso, pero sí sé que hacen sistema rápidamente con los imaginario del público al que va dirigido y eso es un efecto que como editor me propongo generar con cada libro. Con Sopa de Wuhan y La Fiebre me propuse lo mismo.

Entrevista: José Luis Meirás
Foto: Diego Chapay


LAS EDICIONES Y LINKS DE DESCARGA

Sopa de Wuhan
Fecha de publicación: 29 de marzo
188 páginas
link de descarga: https://drive.google.com/file/d/1bpWWb7X4CRi-VFyMIeQhtNEslFneKmqk/view?fbclid=IwAR3VO8-a8Rfx2qLR2l3x3Fa5BOSvAc3wuS3FpTkRCzGVXyidpGQ09QE9wJs

Autorxs: Giorgio Agamben, Slavoj Zizek, Jean Luc Nancy, Franco “Bifo” Berardi, Santiago López Petit, Judith Butler, Alain Badiou, David Harvey, Byung-Chul Han, Raúl Zibechi, María Galindo, Markus Gabriel, Gustavo Yañez González, Patricia Manrique y Paul B. Preciado.

La Fiebre
Fecha de publicación: 11 de abril
260 páginas
Link de descarga: https://drive.google.com/file/d/1k-YzHu9LgPajOuqz8WS5XKjfbj-EqAvM/view?fbclid=IwAR3LNP8qr-hJIkS-ep5nXLnu_7Y8P8c8WMZG9x0fNCzQwrtmMiPl1nPDwFQ

Autorxs: Maristella Svampa, Mónica Cragnolini, Silvia Ribeiro, Marina Aizen, María Pía López, Esteban Rodríguez Alzueta, Rafael Spregelburd, Ariel Petruccelli, Federico Mare, Lala Pasquinelli, Bárbara Bilbao, Candelaria Botto, Fernando Menéndez, Alejandro Kaufman, Lucas Méndez y Giorgio Agamben.

Posnormales
Fecha de publicación: 19 de junio
394 páginas
link de descarga: https://bit.ly/PosnormalesASPO

Autorxs: Esteban Rodríguez Alzueta, Jaime Breilh, María Belén Herrero, Marcela Belardo, Claudio Katz, Alberto Acosta, Jhon Cajas Guijarro, Horacio Machado Aráoz, Horacio González, Vanina Escales, Juan Manuel Cheppi, Andrea Revel Chion, Diana Kordon, Lucila Edelman, Darío Manuel Lagos, Daniel Badenes, Francisco Sierra Caballero, Gabriel Giorgi, Carlos Gamerro, Daniel Link y Leonora Djament.


PABLO AMADEO BREVE CV

Pablo Amadeo (Bolívar, 1980) es Profesor en Comunicación Social (UNLP), editor, diseñador gráfico editorial y activista político territorial. Forma parte del colectivo editorial Malisia e impulsa los proyectos POPOVA (Catálogo de fanzines feministas y disidentes), Cámara Oscura (Proyecto editorial sobre textos programáticos del arte) y Doble Exposición (Catálogo de fotografía emergente de la ciudad de La Plata). Formó parte de los proyectos editoriales PIXEL (2008.2019) y La Caldera (2012-2016).

Desde el inicio de la cuarentena en Argentina lleva adelante el proyecto editorial ASPO, que ha publicado tres compilaciones de pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia: la primera de ellas se titula Sopa De Wuhan, la segunda La Fiebre y la tercera Posnormales. Actualmente prepara otras publicaciones para el mismo sello en articulación con diferentes proyectos editoriales de habla hispana.

Colabora con diferentes proyectos editoriales como diseñador, director de arte y asesor editorial. Vive en el barrio de Tolosa, en La Plata, Buenos Aires, Argentina.