Laberinto espacial

“Casas perdidas. La modernidad invisible”, la serie de ensayos breves escritos por Pablo Briguez sobre proyectos arquitectónicos notables entre las viviendas de Magdalena, llega a su quinta entrega, la última de este singular y laberíntico año 2020. En este texto Briguez ingresa a una casa en cuyo intrincado recorrido descubrirá un tesoro creado para ser habitado.


CASAS PERDIDAS. LA MODERNIDAD INVISIBLE

CAPÍTULO V

LABERINTO ESPACIAL

Por Pablo Briguez

Son los laberintos construcciones fascinantes, mágicas. Metáforas del universo, y también de la vida que nos lleva por caminos inimaginables que nunca sabemos dónde terminan.

También la ciudad es un laberinto que a través del tiempo muta, se transforma, y pasamos por una calle que no es la misma que ayer. En este laberinto que nos contiene como al minotauro, también nosotros nos perdemos y dejamos de reconocer espacios que nos preceden, construcciones que mutan, que cambian y modifican cada corredor de esta encrucijada.

Promediando la calle Perón escondida tras las hojas de los arboles me re encontré con esta obra de los arquitectos Eduardo Nicolas Asconiga e Isaac Heffes en el año 1969. La obra fue encomendada por el Médico Elías Ganon y su esposa Alcira Heffes (hermana de uno de los arquitectos), y se trató de una remodelación y ampliación de una vivienda existente.

Siendo el programa muy amplio (que además de la vivienda contenía un consultorio) y el terreno muy chico para contenerlo, Heffes y Asconiga resuelven con maestría la composición de los diferentes espacios de la vivienda y la interacción con un sistema de patios que se van abriendo a medida que uno recorre hacia arriba y abajo la vivienda, a riesgo de perderse en una especie de laberinto de escaleras que suben y bajan llevando a quien la recorre a perderse cuales Adso de Melk y Guillermo de Baskerville en la biblioteca de El Nombre de la Rosa.

Al igual que la biblioteca, esta obra guarda un tesoro: la vida familiar. La planta baja deja rastros de la anterior construcción que son la base del crecimiento que los arquitectos proponen. Los muros que antes separaban se pierden para armar el centro de la vivienda sobre la que aparece una primera escalera que lleva a los dormitorios de la planta alta. Hacia el fondo un pequeño patio ilumina la cocina y termina ésta en un pequeño corredor que nos lleva a una nueva escalera.

Sobre uno de los laterales la vivienda se retira y forma un corredor que nos lleva a una pequeña escalera que nos deja en un primer medio nivel que contiene la sala de espera y el consultorio. Al final de este aparece por detrás otra escalera que nos comunica con la planta baja y la cocina, y si se sigue descendiendo nos encontraremos con un subsuelo donde estaba pensado un laboratorio según el plano original. Siguiendo el camino inverso y subiendo las escaleras llegamos a una terraza que es el punto más alto de la vivienda.

Llegando a los dormitorios por la primera escalera del estar además de los dormitorios podemos encontrar una puerta que nos lleva a una terraza lateral que poco a poco va subiendo de nivel hasta encontrarse en el fondo con un acceso al descanso de la escalera del fondo.

Tanto la fachada del proyecto como la ejecutada, son el resultado de un estudiado juego de proporciones de los elementos que la componen. Su estructura, de la misma forma que el universo mágico de Escher, se explica de manera matemática y geométrica dando por resultado un incuestionable y moderno resultado.

Perdida en el tiempo, oculta, espera que nuevas vidas vuelvan a transcurrir en sus corredores y escaleras. Escondida como un tesoro, espera dentro de este laberinto donde vivimos: nuestra ciudad.