Con un monumento a Cajaraville y Decano y diversas actividades, Bavio celebró sus 124 años

Bartolomé Bavio vivió un fin de semana de historia, tradición y actividades recreativas con motivo de su 124° aniversario. El sábado 16 de agosto, una emotiva ceremonia en la vieja estación del ferrocarril reunió a vecinos, instituciones y visitantes para rendir homenaje a Miguel de los Santos Cajaraville y su inseparable caballo Decano, símbolos de la gesta sanmartiniana y de la tradición criolla.

La conmemoración tuvo un marco especial: coincidió con el 175° aniversario del fallecimiento del General José de San Martín y con los 200 años de Decano, el célebre caballo que acompañó a Cajaraville en las campañas libertadoras.

El acto central se realizó en el Predio de la Estación del Ferrocarril, donde se inauguró el Monumento a Cajaraville y Decano. La ceremonia fue encabezada por el intendente Lisandro Hourcade, el delegado Carlos Lagarde, Marcelo Pernigotti (Posta Cultural y Museo Estación Bavio), Marcela Hernández (Asociación Sanmartiniana de Alte. Brown) y el coronel de caballería Jorge Laplacette. También participaron instituciones tradicionalistas, religiosas y educativas, bomberos voluntarios, fuerzas de seguridad, veteranos de Malvinas, el Regimiento 8 de Caballería de Tanques y los Granaderos a Caballo, además de una multitud de vecinos.

La escultura, realizada por los artistas locales Fernando Gaitán, Edgar Noguera y Nahuel Liberatore, buscó capturar la fuerza y el vínculo indestructible entre el héroe y su caballo.

Uno de los momentos más emotivos lo protagonizó Carlos Montiel, veterano de Malvinas, que recorrió 180 km desde General Rodríguez hasta Bavio junto a sus caballos Tero y Cacique para llegar a la inauguración. Su cabalgata fue un gesto de homenaje al Libertador y a sus Granaderos, reforzando el espíritu sanmartiniano de la jornada.

Cajaraville y Decano: héroes del pago de Magdalena

Miguel de los Santos Cajaraville (1794-1857) nació en Buenos Aires, en una familia de hacendados con estancias en Magdalena, donde también se crió Decano, un colorado malacara que se convirtió en su compañero inseparable.

Ya adolescente, participó en los sucesos de Mayo de 1810 junto al grupo de French y Beruti, presionando desde la Plaza Mayor por la formación de la Primera Junta. En 1812 se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo creado por San Martín y combatió en San Lorenzo, Montevideo, Chacabuco, Talcahuano, Gavilán y Cancha Rayada. En esta última batalla encabezó una ofensiva reconocida por el propio Libertador en la Gaceta de Buenos Aires, que lo llamó el “guapo Cajaraville”. Su consagración llegó en Maipú (1818), donde fue ascendido a teniente coronel.

Decano, nacido en la estancia de Bavio, fue considerado “el mejor caballo del ejército patriota”: resistente, veloz y valiente, acompañó a Cajaraville en todas las campañas hasta morir anciano y ciego en 1825. Fue enterrado sin señas, y décadas después el Ejército intentó localizar su tumba como parte de una campaña de memoria histórica, aunque nunca lo logró.

En sus últimos años, Cajaraville vivió en La Magdalena, donde fue recordado por el historiador cuyano Damián Hudson como un hombre austero y recio, testigo de la epopeya sanmartiniana. Lugones también lo evocó en su Historia de la Nación Argentina, destacando la simbiosis entre soldado y caballo. Esa unión se volvió leyenda en la tradición popular: el poema Caballito Criollo de Belisario Roldán describe a Decano como un héroe que cruzó los Andes y se fue al Perú “en alas de su gloria”.

Cajaraville murió en 1857 en su estancia de Bavio, dejando un legado que unió para siempre la historia de un soldado criollo y su caballo en la causa de la independencia.

Una fiesta que unió historia y comunidad

El homenaje a Cajaraville y Decano se integró en una celebración más amplia: la agenda del sábado incluyó cabalgatas, danzas tradicionales como el Pericón Nacional con el bastonero Adrián Sancho, y la apertura de paseos de artesanos.

El domingo continuó con el acto protocolar, desfile cívico y tradicionalista, almuerzo criollo, shows infantiles y bandas locales, y culminó con un espectáculo musical en el Club Racing.