Jorge Taiana, exministro de Defensa y exsenador, encabeza la lista de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires. Con respaldo de Cristina Kirchner, sintonía con Axel Kicillof y reconocimiento dentro de las Fuerzas Armadas por su mirada profesionalista y modernizadora, también se destaca como uno de los principales promotores del Canal Magdalena. Figura de consenso en el peronismo, aparece como carta fuerte para confrontar con Javier Milei en defensa, soberanía, Malvinas y política internacional. “Quedó en cabeza de lista un ecuménico”, resumió un funcionario bonaerense, caracterizándolo como un dirigente que no genera rechazos internos y es capaz de sostener la unidad de una lista en la que conviven La Cámpora, el Movimiento Derecho al Futuro, el Frente Renovador y Patria Grande.
A los 75 años, Jorge Taiana vuelve a ocupar un lugar central en la política nacional: encabezará la lista de candidatos a diputados nacionales por Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires. Su nombre no solo tiene peso por la historia personal y el linaje familiar, sino porque en los últimos años supo mantenerse activo en la gestión y en el Congreso, donde reforzó su perfil como figura de consenso y articulador entre sectores.
En 2021 asumió como ministro de Defensa, cargo que ocupó hasta el final del gobierno de Alberto Fernández. Desde allí impulsó una agenda vinculada a la modernización de las Fuerzas Armadas, la industria para la defensa y la presencia argentina en el Atlántico Sur, con eje en Malvinas y la proyección antártica. Ese paso por la gestión lo dejó con visibilidad y respaldo en un área clave del Estado, además de una buena imagen entre la oficialidad militar, que lo valora por su mirada profesionalista y modernizadora. También se consolidó como uno de los principales promotores del Canal Magdalena, un proyecto estratégico para la soberanía marítima y el desarrollo logístico de la Argentina.
Paralelamente, su rol en el Senado fue clave: acompañó la agenda legislativa del oficialismo, defendió la política de derechos humanos como bandera histórica y tejió alianzas dentro del Frente de Todos en momentos de máxima tensión. Esa experiencia lo proyecta ahora al frente de una lista en la que conviven todas las vertientes del peronismo bonaerense —el PJ de Máximo Kirchner, el espacio de Axel Kicillof, el Frente Renovador de Sergio Massa y Patria Grande de Juan Grabois—.
“Quedó en cabeza de lista un ecuménico”, resumió un funcionario bonaerense tras la definición de las candidaturas. La frase sintetiza lo que representa Taiana: un dirigente que no genera rechazos internos, capaz de sostener la unidad en una campaña que se jugará en paralelo al desafío mayor de Kicillof y los intendentes, enfocados en frenar el avance de Javier Milei.
Su perfil actual se asienta, entonces, en dos frentes. Por un lado, la gestión reciente en Defensa, que lo vincula con debates de soberanía, producción nacional y política exterior. Por el otro, su trayectoria legislativa, donde se consolidó como voz respetada en derechos humanos y política internacional. Esos atributos lo convierten en un candidato que no solo aporta equilibrio dentro de la coalición, sino que puede confrontar con Milei en un terreno en el que el libertario muestra mayores debilidades: la diplomacia, el vínculo con Brasil y la política sobre Malvinas.
Taiana llega a esta campaña con el respaldo de Cristina Fernández de Kirchner, con quien recompuso su relación hace más de una década y junto a quien hizo campaña en 2017. En 2019 se sumó al Senado con la nueva vicepresidenta, y en la última etapa del gobierno ocupó un ministerio sensible. Hoy, vuelve al centro de la escena como candidato legislativo, en un momento donde el peronismo apuesta a la unidad para enfrentar al oficialismo libertario.
A su trayectoria política se suma una historia personal marcada por la militancia y la persecución. Hijo de Jorge Alberto Taiana, médico personal de Perón y ministro de Educación durante su último gobierno, se formó en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde compartió aulas con Felipe Solá. En los años ’70 militó en la agrupación Descamisados, que luego se integró a la Juventud Peronista, y allí recibió el apodo de “El canciller” por su estilo reservado y su capacidad de mediación. Ocupó su primer cargo público en 1973 como jefe de Gabinete en el Ministerio de Educación, fue asesor parlamentario y coordinó el área social del SERPAJ, además de integrar el CELS. En 1975, tras reiteradas amenazas de la Triple A, fue encarcelado por el gobierno de Isabel Perón y siguió preso durante toda la dictadura militar. Pasó siete años preso, la mayor parte en el penal de Rawson, junto a dirigentes como Dante Gullo y Carlos Kunkel. Aquella experiencia terminó de forjar la impronta que todavía hoy lo acompaña: la de un político que construye desde el diálogo, la diplomacia y la resistencia.