La forma de los recuerdos

El escritor, arquitecto y entrenador Pablo Briguez regresa a nuestra publicación con otro breve ensayo que rescata una construcción local singular, esta vez se trata de los vestuarios en el natatorio del Sport Club Magdalena. A partir del análisis de esta interesante obra arquitectónica, Briguez reflexiona sobre la importancia de los clubes en la vida y la memoria de las comunidades, también sobre el avance de políticas que toman como enemigo a toda institución de gestión social o pública.


OBRAS PERDIDAS. LA MODERNIDAD INVISIBLE

CAPÍTULO IX
LA FORMA DE LOS RECUERDOS

Por Pablo Briguez

Entre los años 2020 y 2021, dediqué un espacio de mi tiempo para conjugar dos actividades que forman parte de mi vida: ESCRIBIR y hacer ARQUITECTURA. La primera ocupa en mí un campo de expresión al que reconozco como un pasatiempo, el segundo es una elección de vida y que desde ya hace casi 20 años se transformó en mí profesión.

La arquitectura es una actividad que se puede desarrollar en varios aspectos: urbanismo, construcción, teoría, docencia y por supuesto también desde la escritura.

Los artículos desarrollados en aquellos años y publicados a través de este medio, tienen la pretensión de poner en relieve una serie de obras, agrupadas bajo una mirada caprichosamente moderna. Lógicamente muchas de ellas no entran dentro de los preceptos exactos de la modernidad, pero finalmente lo que si tienen es un carácter singular que las hace diferente al resto.

Es motivo entonces, de esta sección traer a cuenta, poner en relieve, destacar algunas construcciones de nuestro pueblo que a la mirada del transeúnte o del usuario, perdemos de vista por cotidianeidad y porque esta vida acelerada de nuestros días no nos permite ver ciertos detalles, historias o cualidades difíciles de notar si no es observando detenidamente.

El edificio que hoy nos convoca forma parte de una trama diferente en la ciudad. Las dos manzanas que componen el predio cortan la calle Rivadavia y nos anuncian con un antiguo portal de entrada la llegada al campo de deportes del Sport Club Magdalena.

Dentro de este complejo que contiene canchas de tenis, el estadio de futbol y un natatorio compuesto de una pileta semi olímpica y dos de menor tamaño para niños, existe uno de los edificios más singulares que se pueda encontrar en nuestra localidad: los vestuarios del complejo de piletas.

Para poder hablar de él y tratar de entender la raíz de su singularidad vamos a remontarnos a la escuela alemana de la BAUHAUS (fundada en 1919) y a su creador, el arquitecto Walter Gropius. Esta escuela de diseño, pintura, artesanía, teatro, fotografía y también arquitectura entre otras artes tenía como filosofía el siguiente concepto: LA FORMA SIGUE A LA FUNCIÓN, que para explicarlo brevemente implicaba que el diseño de objetos debía ser primeramente funcionales y luego ser atractivos en su forma.

Parados sobre esta idea, la escuela se transformó en un lugar de vanguardia y muchas de sus ideas perduran aún por estar muy adelantadas a su tiempo.

Podría decirse entonces que el edificio de los vestuarios de las piletas del Sport Club parece haber seguido esta idea tan simple, la de la FORMA siguiendo a la FUNCIÓN.

Este pequeño edificio, del cual no se pudo hallar hasta el momento datos concretos sobre la autoría de la obra y tampoco planos del mismo, resuelve de manera muy precisa el funcionamiento de un programa muy concreto, dos vestuarios con duchas baños y algunas dependencias. El edificio se encuentra dividido en dos alas de diferente tamaño, donde cada una contiene un vestuario.

 Todo el edificio se encuentra inclinado a 45° respecto de las líneas municipales en busca de la orientación norte, la más favorable para estas latitudes y ambos vestuarios se encuentran separados y desplazados entre si dándole diferentes ingresos bajo un espacio semicubierto.

Resueltas las condicionantes de la FUNCIÓN, lo que podría ser un simple edificio de sanitarios (con una losa plana o con un techo inclinado de chapa), presenta una resolución extraordinaria en la construcción de la FORMA.

La resolución de la cubierta de losa, dota a esta construcción de una forma sinuosa, como si se tratara de dos cintas de hormigón que suben y bajan conforme sea necesario para el edificio. Esta característica no es caprichosa, sino que viene atada también a la función que el edificio debe contener y es por eso que los puntos más altos de la cubierta sirven para generar unos amplios ventanales altos que permiten el ingreso de la luz de manera cenital al interior manteniendo las condiciones de privacidad propia del uso.

La luz dentro del espacio interior no es un dato menor como así tampoco la posibilidad de ventilar y eliminar el vapor que asciende y se libera a través de los ventanales.

Ahora bien, el valor intrínseco de un edificio no está dado solamente en su condición formal o la prolija resolución de sus funciones. Un edificio es mucho más que eso, ya que el uso está cargado de historias de personas, de situaciones vividas, de anécdotas y es en esas historias muchas veces, donde transitan y transcurren los recuerdos.

¿Un edificio de unos simple sanitarios pueden entonces ser el contenedor de los recuerdos de una comunidad?

Durante varias décadas y desde su inauguración en el año 1975 el complejo de piletas del Sport Club fue un lugar de esparcimiento familiar que no solo albergaba a los socios, sino también a quien no tenían la posibilidad de contar con una pileta en su hogar.

El rol social de los clubes, del cual hoy se habla muchísimo producto de la promoción de las SAD (Sociedades Anónimas Deportivas) por parte del Gobierno Nacional, es al igual que la Educación Pública y gratuita, un bastión que nuestra sociedad atesora.

La contención que los clubes le dan a cientos y cientos de personas (de todos los rangos etarios) es de vital importancia para la formación de conceptos como la identidad, el sentido de pertenencia y por sobre todo la participación colectiva ya que los clubes sociales funcionan con el trabajo voluntario de muchísima gente a lo largo de su historia.

Al igual que muchos otros chicos, tuve la posibilidad de utilizar las instalaciones del complejo de piletas varios veranos a través de la colonia Municipal que funcionó en ese espacio desde casi su inauguración.

Hoy casi cuarenta años después, tengo la sensación al verlo, de que este edificio representa mucho más que FORMA y FUNCIÓN.

Cada vez que tengo oportunidad de estar en el lugar o pasar por él y observo los ventanales donde el sol se refleja, me recorre una sensación que me trasporta al niño que alguna vez fui y a aquellos hermosos años ochenta, entiendo entonces, que unos simples baños pueden ser la forma que tienen nuestros recuerdos más felices.