Jazmín Ilana Glustein es licenciada en Química por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN – UBA). Desde el año 2021 está realizando un doctorado en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM – UNLP), su investigación es sobre las problemáticas relacionadas con el acceso al agua en el Parque Costero del Sur, en los municipios de Punta Indio y Magdalena. A raíz del fallo de la Suprema Corte bonaerense en un litigio entre vecinos del partido bonaerense de Chivilcoy y la empresa ABSA, relacionado con la alta presencia de arsénico en el agua de red y de pozo, InformadorMgd dialogó con la Lic. Glustein para conocer sobre la situación en nuestra región.
“En relación con la noticia del fallo de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires que obliga a ABSA a proveer de agua tratada para reducir el contenido de arsénico en Chivilcoy. Es una realidad similar a otras situaciones que se estuvieron dando en otros municipios de la provincia, como en 9 de Julio, por ejemplo, donde grupos de vecinos y vecinas se organizaron reclamando para tener agua segura que cumpla con la normativa de calidad para consumo humano”, nos cuenta Jazmín Glustein.
“El fallo hace énfasis en que el acceso al agua es un derecho humano. Y en ese sentido me interesa recalcar que nuestro país, a través de su participación en distintos tratados internacionales, tiene el compromiso de proveer de agua segura a todos sus habitantes. Entonces, eso no puede quedar como a libre determinación de una empresa o de quien sea que provee el agua, sino que, de alguna forma, se tiene que garantizar que se cumpla con la normativa”, señala.
“Es una situación compleja en varias provincias del país, y particularmente en la provincia de Buenos Aires hay varias zonas donde el agua subterránea tiene contenidos de arsénico elevados. Es un elemento químico que en esta zona está presente de forma natural a través de un proceso geológico. No es producto de una contaminación por alguna actividad puntual, sino que está naturalmente en las napas de agua”, explica la experta en química del agua.
“Normalmente, para poder reducir su concentración, hay que hacerle algún tipo de tratamiento. Existen distintos tipos, como ósmosis inversa, o algunos filtros o arcillas que retienen selectivamente este elemento. En general, con los filtros comunes, que suelen retirar cloro y algunas partículas, no se logra eliminar el arsénico”, detalla.
Arsénico elevado en 17 de 20 muestras de Magdalena y Punta Indio
A lo largo de cuatro años, Glustein ha recorrido nuestro territorio. Hizo entrevistas y encuestas a los vecinos, tomó muestras en distintos puntos ubanos y rurales, brindó talleres en escuelas y espacios sociales, participó en reuniones sobre problemáticas socioambientales.
“En el marco de mi doctorado realicé una campaña de muestreo en la que analicé el agua de 20 perforaciones distribuidas en los municipios de Punta Indio y Magdalena. De esas 20 muestras, 7 presentaron valores de arsénico por encima de 50 microgramos por litro, 11 por encima de 10 microgramos por litro, y solo 2 alcanzaron exactamente ese valor”, nos informa sobre su trabajo.
“El Código Alimentario Argentino establece que el límite máximo permitido de arsénico en agua para consumo humano es de 10 microgramos por litro, en línea con lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, el mismo código incluye una salvedad: en zonas donde el arsénico se encuentra de forma natural en niveles elevados —como ocurre en varias regiones de la provincia de Buenos Aires—, se autoriza transitoriamente un valor de hasta 50 microgramos por litro, siempre que se realicen estudios para evaluar su impacto. No obstante, ese estudio nunca fue finalizado”, relata la egresada de “Exactas”.
“Esta situación genera una especie de vacío o contradicción normativa: si bien el límite recomendado es de 10 microgramos por litro, se tolera un valor cinco veces mayor, y aun así, muchas muestras locales no cumplen con ninguno de los dos estándares. Las situaciones son diversas. Entre las muestras que superan incluso los 50 microgramos por litro hay tanto agua de red —es decir, extraída de perforaciones y tratada solo con cloro u otros desinfectantes sin reducir el arsénico— como también perforaciones particulares en zonas rurales que no reciben ningún tipo de tratamiento”, alerta Glustein.
“En todos los casos, las personas tienen derecho a acceder a agua segura. Por eso, deberían contar con una fuente alternativa. En algunos lugares, como el paraje La Viruta o, más recientemente, en Pipinas, existen fuentes de agua tratada disponibles. Sin embargo, acceder a ellas no siempre es sencillo: muchas veces implica trasladar bidones pesados o disponer de movilidad propia, algo que no todas las personas tienen. Así, aunque existen soluciones parciales, no son suficientes para garantizar de forma efectiva el acceso universal a agua con bajo contenido de arsénico”, concluye la doctoranda de la UNLP.
