Ayer al mediodía hubo una manifestación en Verónica, ciudad cabecera del partido de Punta Indio, en reclamo de justicia por Leonardo «Colo» Dekker, que murió el 15 de septiembre a raíz de un disparo en la cabeza luego de un episodio todavía no esclarecido, el domingo 13. Martín y Natalia Dekker, hermanos de Leonardo, se reunieron también con el intendente Leonardo YZurieta.
Por Laura Acosta
Fotos: Guadalupe Márquez
El sol pega tibio sobre las baldosas grises de la Plaza San Martín de Verónica mientras dos mujeres terminan de colgar sobre los árboles, frente al Edificio Municipal, las últimas cartulinas con la imagen de Leo «Colo» Dekker, un hombre de 48 años que hace dos semanas aparecía con un tiro en la cabeza en su casa de Punta del Indio. Una frase se acuña en cada afiche, en cada fotocopia, en cada pedido: «Amigo no estás solo«; como si fuera un mensaje para él, como si desde algún lugar él, Leo, El Colo, pudiera leerlas y así sentir algo de alivio después de su muerte, adjudicada en principio a un suicidio que su familia y sus amigos más cercanos jamás creyeron siquiera posible.
Alguien contó exactamente 76 personas reunidas para cuando Martín y Natalia, hermanos de Leo, llegaron a la concentración en la plaza, que fue convocada y multirreproducida básicamente a través de las redes sociales y los grupos de Facebook. Flor Suppa, amiga y compinche del Colo en Punta Indio, fue clave para la difusión y la logística, que incluyó además afiches que colgaron de lado a lado desde las farolas centrales. Cada uno con una remera pidiendo justicia, llegaron desde la sede de la Ayudantía Fiscal, donde Silvana Grassi los atendió y les dio la tranquilidad y el apoyo que habían venido a buscar desde Lomas de Zamora.
Los hermanos fueron saldando abrazos y muestras de cariño embarbijados, hasta que Martín quedó rodeado y desde allí habló, quebrado por la emoción. «Queremos saber la verdad de lo que pasó. No vamos a dejar que nadie tape nada, venimos por todo, no nos vamos a callar, tenemos el apoyo de muchísima gente, de todos ustedes, del pueblo de Punta Indio y de acá de Verónica«, dijo. «Mi hermano no se mató, ya está descartado y nosotros lo sabemos desde un primer momento: el Colorado amaba la vida, amaba Punta Indio, lamentablemente encontró la muerte acá y nosotros desde la familia vamos a poner todo. Si hay un homicida, un asesino y si hay encubrimiento, que se sepa, no nos vamos a quedar con los brazos cruzados«, continuó; y sin poder dar muchas precisiones pero sí con gesto de alivio, agregó: «hay gente que no quiere hablar, yo ya sé quiénes son, (pero) la Fiscalía ya los va a ir a buscar«. Martín se refería a dos vecinos jóvenes de la esquina, que junto a un hombre mayor que desde hace unos días se alojaba en casa de Leo, insistieron hasta último momento con la idea del suicidio junto a la Policía.
Sabido es que los tiempos de la Justicia nunca, nunca, son los de los ciudadanos. Y prueba de ello son las fechas que informaron para algunas pericias fundamentales como el chequeo de pólvora en las manos de Leo y en las del hombre mayor, que fue quien llegó desencajado al Destacamento Policial aquel domingo a decir que Leo se había suicidado. «Lo poco que nos dijeron en la Ayudantía es que no se mató, pero les dieron turno para una prueba de pólvora en las manos para 2022…imaginate cómo complica eso«, ejemplificó Martín.
Algo pasó ese día, había gente ahí y tienen que decir que pasó. «Uno va leyendo cosas y se va enterando que en Punta Indio pasa esto, lo otro, y es una locura que sea cierto, que quede ahí y que después nadie sepa nada; nosotros hace un mes que no dormimos, pensando qué pasó, porque el Colorado era otra cosa, el Colorado estuvo una semana antes en casa donando sangre para su mamá. Pensaba viajar a España, quería traer a su hija a pasar la cuarentena, el Colorado era vida. Para el que lo conoció no hace falta decirlo«, sostuvo Martín.
El cura párroco Diego Delgado, también dijo presente con un Padre Nuestro y una reflexión que esgrimió ante los presentes. «Lo peor que nos puede pasar como país es no conocer la verdad de los hechos y de las circunstancias que afectan nuestras vidas, nuestra manera de vivir, nuestra forma de relacionarnos con los demás», dijo; para finalizar señalando: «Este pedido es un pedido de justicia, una causa noble nos afecta como sociedad, porque uno de nuestros hermanos está sufriendo, y no debemos ser indiferentes, tenemos que tratar de llegar hasta el fondo de la verdad porque su familia nos necesita y porque nos hace bien como sociedad«. Y pidió elevar la oración «por el dolor de su familia pero también para que nos ayude a nosotros a ser una sociedad justa, una sociedad que se preocupa por los demás y una sociedad que no es indiferente«.
El intendente Hernán Yzurieta y parte de su gabinete esperó a los Dekker en su despacho. Con ellos charló más de media hora; a la salida Martín y Natalia se veían mucho más aliviados que cuando habían llegado. Y no sólo por la reunión con Yzurieta, sino además porque tras su llegada al distrito habían conseguido datos importantes; por ejemplo dos testigos que declararán que el sábado anterior a la muerte de Leo, en la ventana de su cuarto no estaba el impacto que ahora sí se ve, que fue producido desde afuera hacia adentro. También la posibilidad de que quien le disparó a su hermano -para ellos no hay duda de que no fue Leo- lo haya hecho «por accidente, y que luego no se hizo cargo» y dijo que fue suicidio.
Los tambores del Candombe de Punta Indio empiezan a sonar suave mientras la hermana de Leo termina su relato. Ella cuenta que en la casa aparecieron 9.000 pesos que la Policía, en principio, no vio; y un nuevo dato: una versión que les llegó ese día cuenta que la persona que estaba alojada con Leo tenía permiso para quedarse allí hasta el domingo. «Y esto pasó el domingo«, precisa la hermana, que incluso se anima a más:
-¿Qué pasó con el Colo?
-Lo mataron. Lo mató este señor. Yo pienso que lo mató.
-¿La última charla con la ayudante fiscal confirma que no se suicidó?
-Por los indicios que hay, no se suicidó.
-¿El intendente qué les dijo?
-Que nos da todo su apoyo, que está para levantar el teléfono y si hay mucho retraso en algunas pericias como nos pasa, pedir por favor que se apuren, porque tampoco es su intención que ande un loco suelto por el pueblo. También que nos permite entrar las veces que necesitemos y nos dio su celular para que lo llamemos las veces que queramos, que están en la misma investigación de la fiscal y del mismo lado.
Ya resuenan en el aire fuertes, contundentes, los sonidos de los tambores que se mezclan con la angustia y las lágrimas de quienes los sienten casi tanto como la pérdida del amigo. «Colo presente, ahora y siempre», fue el grito final.