El EAAF, pieza clave en la búsqueda e identificación de desaparecidos

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) es uno de los actores fundamentales de los derechos humanos en la Argentina y el sostén central del Estado en la búsqueda y recuperación de los cuerpos de desaparecidos. Su trabajo fue fundamental para identificar a desaparecidos de Magdalena que habían sido enterrados como NN en otros cementerios, así como en la identificación de cuerpos de víctimas de los vuelos de la muerte que estaban en el cementerio de Magdalena en las mismas condiciones.

Fundado en 1984 a instancias de Abuelas de Plaza de Mayo para buscar desaparecidos y recuperar niños apropiados, el Equipo lleva identificados más de 900 cuerpos sólo en Argentina.

Su última intervención de envergadura se produjo en enero de este año en Campo de Mayo, principal predio del Ejército Argentino y el más grande centro clandestino de detención del Primer Cuerpo en tiempos de la dictadura, para buscar restos de detenidos-desaparecidos que fueron vistos por testigos que luego declararon en juicios de lesa humanidad.

Para el rastrillaje de las 5 mil hectáreas, el Equipo aplicó por primera vez en el país la tecnología LIDAR, un sistema de escaneo láser aéreo que detecta anomalías en el terreno que pueden corresponderse con enterramientos clandestinos.

Una vez que la Universidad Nacional de La Plata termine de analizar los datos obtenidos y se detecten las ‘zonas de interés’, el EAAF iniciará la etapa de excavación, aplicando para eso técnicas de arqueología tradicional en la búsqueda de restos, que de encontrarse serán analizados y cotejados con la base de datos genéticos, para así identificarlos.

El Equipo fue pionero en el mundo en la aplicación de las técnicas arqueológicas a casos de violaciones a los Derechos Humanos, más precisamente en junio de 1984, cuando abrieron una tumba en el cementerio de Boulogne buscando a una desaparecida que no encontraron pero que selló su compromiso con los principios de Memoria, Verdad y Justicia.

Casi cuatro décadas más tarde, el equipo sigue liderando la referencia mundial científica en antropología forense al punto que su actual director ejecutivo, Luis Fondebrider, fue elegido recientemente para dirigir la Unidad Forense del Comité Internacional de la Cruz Roja, con sede en Ginebra.

Fondebrider reemplazará al chileno nacionalizado argentino Morris Tidball-Binz, también miembro fundador del EAAF y su primer presidente, quien en 2003 dejó el Equipo para hacerse cargo de la máxima instancia forense de la Cruz Roja por, entre otros méritos, haber fundado justamente el EAAF.

Fondebrider, todavía director del EAAF aunque por poco tiempo más, llegó a la antropología de la mano del sociólogo, antropólogo y divulgador Guillermo Magrassi, que lo vinculó con las expediciones arqueológicas en la Patagonia y le abrió el camino para su carrera posterior en la antropología forense.

Fondebrider es usualmente convocado por Gobiernos y fundaciones para que planifique intervenciones, como así también es convocado para capacitar profesionales en todo el mundo como parte de la Escuela Latinoamericana de Ciencias Forenses y Derechos Humanos, que el EAAF fundó en 2017.

El récord de identificaciones del Equipo se produjo en 2019, con 115 devoluciones de identidad, a raíz de los análisis genéticos de los soldados desconocidos enterrados como NN en Malvinas, en el cementerio de Darwin, que yacían allí bajo una lápida que decía «Soldado argentino sólo conocido por Dios».

Un equipo interdisciplinario coordinado por la Cruz Roja inició los trabajos de excavación en Darwin en junio de 2017, en medio del invierno de Malvinas, para rescatar del anonimato a esos soldados que los ingleses habían inhumado en 1982, apenas terminada la guerra.

Con Tidball-Binz por la Cruz Roja y Fondebrider por el Equipo, se iniciaron las tareas que consistían en retirar el cajón con el cuerpo, tomar una muestra para ADN, relevar todos los objetos que pudiera tener guiándose por radiografías, para finalmente devolverlo a la misma tumba, con un nuevo envoltorio.

El procedimiento se desarrolló con absoluta fluidez y en poco más de un mes se habían relevado las 122 tumbas que correspondían a soldados NN, cumpliendo así con una deuda del Estado para con los familiares que, habiendo muchos viajado a Malvinas, no sabían dónde estaban enterrados sus familiares.

Sitio web del EAAF eaaf.org

Fuente: Télam –


A continuación compartimos una nota publicada por la Comisión Provincial de la Memoria en julio de 2015.

A partir del cotejo de huellas dactilares, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) logró establecer que el cuerpo de Leticia Margarita Oliva, secuestrada en 1978, fue enterrado como NN en el cementerio de Magdalena durante la última dictadura militar. La trama del ocultamiento de los cadáveres encontrados en las costas del Río de la Plata y sus posteriores sepulturas clandestinas había sido develada en 2005 por un grupo de estudiantes secundarios de la Escuela Nº 2 de Verónica en el marco del programa Jóvenes y Memoria de la CPM, en el documental “NN: ni en el río ni en las tumbas”.

Por Andar Agencia – Comisión Provincial de la Memoria

JÓVENES DE VERÓNICA REVELARON LA TRAMA DEL OCULTAMIENTO

Importante hallazgo del EAAF sobre entierros NN en Magdalena

En el país se daban los primeros pasos para retomar los juicios por crímenes de lesa humanidad luego de la anulación de las leyes de impunidad. Era el año 2005, y un grupo de jóvenes secundarios de Verónica iniciaba una investigación sobre los cuerpos aparecidos en las costas del río de La Plata durante los años de la dictadura. Se proponían interpelar su propia comunidad y hacer un aporte a la memoria colectiva, pero también reconstruir el circuito de acciones y responsabilidades que permitió enterrar esos cuerpos como NN en el cementerio local y en el de Magdalena.

Luego de un año de trabajo presentaron el documental “NN: ni en el río ni en las tumbas”. Una rigurosa investigación periodística que, según explican los jóvenes al comienzo de la película, surge a partir de algunas preguntas clave:“cómo llegaron esos cuerpos, por qué llegaron y de dónde llegaron; qué tienen que ver nuestras tierras y quiénes son los culpables”.

El trabajo parte de una denuncia penal presentada previamente por los abogados de la ciudad de Veronica, Roberto F. Cipriano Garcia (actual integrante de la CPM) y Darío Poeta. Con la causa en marcha y el debate abierto en la comunidad, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) comenzó a examinar durante la última década una parte los cuerpos enterrados sin nombre. A comienzos de julio de de este año se conoció la primera noticia: la identificación de las huellas dactilares en una de las actas de defunción permitió constatar que Leticia Margarita Oliva, secuestrada el 27 de diciembre de 1978 en Capital Federal, fue enterrada en el cementerio de Magdalena. Su cuerpo sin vida había sido hallado en 1979 en la costa de Verónica. Hasta este reciente descubrimiento, transcurrieron más de 35 años sin noticias de su paradero.

“NN: ni en el río ni en las tumbas”

En diálogo con ANDAR, el profesor que coordinó a los estudiantes de la Escuela 2 de Verónica, Ricardo Navoni, señaló que “la publicación del documental fue un hecho cultural muy trascendete en aquellos días de 2005 para nuestra localidad. Hasta ese momento había relatos que circulaban, pero de manera difusa, a escondidas, aislados. El día de la presentación hubo más de 300 personas, que para un pueblo como Verónica es mucha gente, además de todo el arco político”.

“Los chicos tomaron conocimiento de una denuncia penal en curso sobre una serie de tumbas NN en los cementerios de Verónica y Magdalena, y comenzaron a indagar quién había sido juez de paz y delegado de Verónica, que tenía información sobre los hechos. A partir de esa fuente, se fueron contactando con otras personas que habían trabajado en la municipalidad”, señaló Navoni.
Las fuentes más importantes del documental corresponden a trabajadores del cementerios de Verónica y Magdalena, quienes narraron las condiciones en que eran hallados los cuerpos sin vida en las costas del río y, por orden de las autoridades, cómo debían sepultarlos con el objeto de ocultar su localización.

“Los cuerpos de las víctimas de los ‘vuelos de la muerte’ tenían signos de tortura, impactos de bala, ataduras de pies y manos con alambres y adoquines, fracturas de las extremidades por los impactos sobre el agua (…) En base a los testimonios, hicimos un recorte periodístico que incluyó los cuerpos hallados entre diciembre de 1976 hasta mediados de 1979”, relatan los autores de la investigación.

Por otro lado, en testimonios de ex empleados municipales y bomberos voluntarios se cuenta cómo su trabajo cotidiano terminó convirtiéndose en un eslabón más de la cadena de desaparición de los cuerpos. Uno de ellos destaca que los descubrimientos de cadáveres se daban cada 4 o 5 días. El ex administrador del cementerio de Magdalena explica ante la cámara que los cuerpos llegaban incluso desde Berisso y Ensenada para ser enterrados allí: “Por otra parte, los cuerpos de Punta Indio los traían en una camioneta municipal de noche (…) Teníamos la orden de no asignar el nombre a esas tumbas”, y agrega que en Magdalena existen “aproximadamente 43 tumbas NN.”

El trabajo del EAAF en Magdalena

La difusión del hallazgo del EAAF fue realizada por la subsecretaría de Derechos Humanos de Entre Ríos, donde actualmente trabaja la hija de Leticia Oliva, Laura Méndez. El EAAF realizó comparaciones dactiloscópicas sistemáticas entre las huellas de la víctima que figuraban en el Registro de las Personas y las huellas que figuraban en el acta de defunción del cuerpo NN hallado en las costas de Verónica y luego enterrado en el cementerio de Magdalena.

Tal como explicaron fuentes del EAAF, la técnica del cotejo dactilográfico es de reciente implementación y abre nuevas posibilidades para la identificación de víctimas del terrorismo de estado, habiendo incluso arrojado resultados positivos en la identificación del cuerpo de Luciano Arruga en 2014.

Mientras tanto, el EAAF sigue sus investigaciones en el cementerio de Magdalena para la identificación de los restos óseos. Hasta el momento se ha trabajado en 18 tumbas NN y se aguarda una autorización de la justicia para poder avanzar sobre las restantes.

Las expectativas por encontrar restos del cuerpo de Leticia Oliva se refuerzan luego de esta reciente comprobación, pero los investigadores advierten sobre la complejidad del asunto. El principal inconveniente es que tomando en cuenta el tiempo transcurrido desde el enterramiento, es posible que se hayan colocado otros cuerpos encima con el paso de los años.

No obstante, el hallazgo es una noticia muy importante. Para la familia de Oliva fueron 35 años sin ninguna información sobre su destino. El trabajo del EAAF aporta datos clave no sólo para conocer el destino final de las víctimas del terrorismo de estado, sino también para desentrañar el macabro ciclo de la desaparición al que fueron sometidos los cuerpos de los detenidos durante la última dictadura militar. Una de las principales motivaciones que encontraron en el 2005 los jóvenes de la Escuela Nº2 cuando decidieron encarar el trabajo en el programa Jóvenes y Memoria.

“Hoy aquellos jóvenes que realizaron la investigación son personas adultas, con sus trabajos y familias, siempre comprometidos con la búsqueda de la verdad. No nos hemos vuelto a encontrar más que circunstancialmente en el pueblo, pero estoy convencido de que estarán sorprendidos y emocionados con este hallazgo sobre la identidad de Leticia”, concluyó Navoni.