Vilma Villaverde es profesora de pintura egresada de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y magíster en Educación por el Arte; licenciada en Artes Plásticas (Universidad Nacional de Misiones); fue profesora del área de cerámica de la Facultad de Artes de la UNaM y la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova; expuso sus obras en Brasil, Colombia, Alemania, España, Italia, China, Japón y Corea. Ha sido galardonada con diversos premios nacionales e internacionales como escultora y ceramista. Realizó y expuso obras en Sargadelos y también visitó la fábrica Celtia antes de su cierre definitivo. En este texto recuerda a Carmen Mimina Arias de Castro.
Por Vilma Villaverde
Conocí a Mimina en el año 1988, en Galicia, más exactamente en Sargadelos, donde había sido invitada por Isaac Díaz Pardo para hacer una estadía y trabajar en la fábrica durante dos meses. Nunca había estado en Galicia, aunque sí un par de veces en España. Llegar a Sargadelos fue toda una experiencia, trabajar en una fábrica, otra, muy deseada.
Un día me presentan a Mimina, y nuestra amistad no tardo en concretarse. Yo trabajaba mucho, desde la mañana hasta altas horas de la noche, y muchas veces recibía su visita en el taller. También en el departamento que ocupaba en el seminario y un día fue allí donde me sorprendió con el regalo de un anillo hecho por ella. El anillo en cuestión, está en mis manos de ceramista desde ese día del mes de julio hasta hoy, 2021, es decir que han pasado 33 años desde ese feliz momento.
Mimina me preparaba un café con leche por las tardes y las primeras veces me venía a buscar al taller. Luego esto se convirtió en una hermosa rutina, y yo esperaba ansiosa la hora para ir a verla en esa casita casi de cuento, en la que ella vivía durante su estadía en Sargadelos.
Fue un tiempo maravilloso, que luego se convirtió en una amistad epistolar que duró muchos años y también supe compartir con ella y su familia, algunas navidades que quedarán en mis más preciados recuerdos. Pasaron muchos años, pero Mimina quedó en mi vida en el anillo que me sigue acompañando hoy y me la recuerda día a día.
En los años 90′ recibo una invitación de las Salas Nacionales de Exposición (Buenos Aires), para realizar una muestra de mi obra en las Galerías Pacífico y decidí, entre las obras expuestas, exponer lo realizado en Galicia, en las Fábricas de Sargadelos durante mi primera estadía allí en el año 1988. Por supuesto las obras quedaron en Galicia, pero expuse un relevamiento fotográfico de todas ellas, realizadas en gran tamaño y en blanco y negro, material que fue tomado en los laboratorios de la fábrica, como archivo.
Esas obras pasaron a formar parte del Museo existente en la fábrica y también del Museo del Marqués de Sargadelos, que se encuentra cercano a la fábrica.
Durante esa exposición en Buenos Aires, recibo una visita inesperada que me conecta con la ciudad de Magdalena. Eran los Montes, una familia que había comprado la fábrica y estaban produciendo. De ese encuentro surge una invitación para conocer las instalaciones.
Un día fuimos en su coche hasta la ciudad de Magdalena y yo muy entusiasmada realicé un video largo, mostrando lugar por lugar, ya que mi plan era llevar esa filmación a Sargadelos para que vean que su proyecto de alguna manera continuaba en el tiempo; ya en Galicia, yo estaba muy feliz con toda la familia reunida y comienza el video, y allí me encontré con una Mimina muy triste, casi sin querer ver que lo que fue parte de su vida, hoy se encontraba en ese estado.
Para mí fue una sorpresa quizá no demasiado agradable, pero comprendí instantáneamente que el paso del tiempo y el abandono, no se había recuperado en este nuevo proyecto, que simplemente acondicionó lo necesario para poder llevar adelante la producción de un proyecto comercial. Para Mimina e Isaac, Celtia fue mucho más que eso, fue un proyecto que los involucró con nuestra tierra, con esa Argentina tan soñada y que supo albergar a tanta intelectualidad gallega que encontró aquí un país que los recibió con los brazos abiertos.
Hoy todo eso es parte de la memoria, que por suerte tanto en Magdalena y a través de los herederos de Isaac y Mimina, gente como Loli Beloso se encargan de mantener.