Por Mirna Gurina*
La maestra Vanesa Castillo fue asesinada el 15 de febrero de 2018 en un barrio de la ciudad de Santa Fe, cuando salía de la escuela en la que trabajaba. Poco antes, había acompañado a una alumna embarazada en una denuncia de abuso sexual. El autor material del crimen de Vanesa está siendo juzgado, mientras la querella pide que se investigue si hubo quien «mandó» a matarla. La familia impulsa una ley que proteja a les agentes estatales que denuncian las violencias a la niñez.
Para la Sociología, la noción de “Patriarcado” está referida a una organización social donde la autoridad es ejercida por un varón jefe. Y son las sociedades patriarcales las que irrumpen ante situaciones como la de Vanesa, para marcar su poder y que tengamos que reconocer que en la sociedad en que vivimos las relaciones sociales sexo-políticas los varones son quienes como grupo social y en forma individual y colectiva oprimen a las mujeres y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia.
Vanesa fue víctima de un femicidio no íntimo por el solo hecho de acompañar y proteger a una alumna vulnerada, cumpliendo con su rol docente, no solo con ética, también con valentía porque ante esa denuncia el Patriarcado estalló. El Estado, la Justicia y gran parte de la sociedad, miraron para otro lado ante los múltiples reclamos de la familia de la docente, postura que se corresponde con los principios dominantes y de violencia contra las mujeres. Las sociedades patriarcales buscan que pasen inadvertidos o se asuman como “naturales” y “lógicos” determinados hechos a fin de invisibilizarlos e invisibilizar a las mujeres, su principal función a lo largo de la historia. Del mismo modo hicieron (las sociedades patriarcales), que los hombres controlen los aspectos destacados de la economía, la cultura, la ideología, la justicia y los aparatos del Estado. Tanto la Justicia como el Estado dejaron en soledad a la familia de Vanesa ante el pedido de justicia y ente el pedido de sancionar una Ley que cuide y respalde a les docentes que quieran, al igual que Vanesa proteger a sus alumnes ante un caso similar. Se sabe quién mató de 13 puñaladas a Vanesa Castillo al mediodía del 15 de febrero de 2018, cuando salía de la escuela 533 Victorino Montes, de Alto Verde, un barrio de la costa de la ciudad de Santa Fe, separado por el río de la zona urbana. Fue Juan Ramón “Cacho” Cano. Y está siendo juzgado desde el lunes, aunque ésa es apenas la punta del ovillo.
El tribunal, rechazó juzgar si Cano actuó como sicario, a las órdenes de otro, pese a que él mismo lo expresó en la audiencia preliminar del 5 de marzo pasado. Disciplinamiento es la palabra que describe al asesinato de una maestra que ayudó a desmontar la violencia sexual que muchas niñas sufren, en una inmensa mayoría, al interior de su familia.
El juicio resulta insuficiente. El propio Cano dijo que lo habían mandado a “sicariar” a la maestra. Tirar del hilo puede llevar a encontrar otros responsables. Pero eso requiere voluntad, lo mismo que la aprobación de la llamada Ley Vanesa, para que el Estado brinde garantías a les agentes estatales que cumplen con su deber de informar situaciones que involucren vulneración de derechos.
Los familiares de la víctima llevan años encontrando los hilos que unen la denuncia de Vanesa con su femicidio, aunque hasta ahora no encontraron eco en la Justicia.
Se ha criticado que la política restringida a la esfera pública de la vida humana sea percibida como un ámbito de actividad masculina, y, por el contrario, el ámbito privado o personal se ha considerado como esfera femenina y las tareas de cuidado históricamente han sido vinculadas a las mujeres. La docencia está asociada a un trabajo femenino. La valentía de Vanesa de poder sacar los abusos del ámbito privado la pone en un lugar destacado. La distinción entre público y privado tiene en Carole Pateman una calificación de ideológica, dice que se trata de una mixtificación de la realidad liberal patriarcal. En sus escritos plantea que la sociedad contractualista se olvida de la vida doméstica o privada, por eso es que la misma desaparece de la discusión teórica.
Abordando el caso de Vanesa de manera integral podemos abordar lo sucedido desde el concepto de los Derechos Humanos, que hace referencia al sentido de la dignidad humana antes que a cualquier formulación jurídica o política. Se sostienen sobre dos pilares esenciales de la humanidad: la libertad y la plena igualdad entre todos los seres humanos. Condiciones inherentes a todas las personas sin ningún tipo de limitaciones, sean éstas: culturales, económicas, étnicas, sexuales, etc. Vanesa acompañó de manera comprometida, cumpliendo su función docente como dispone el Decreto 2.288, inició un protocolo, acompañó a una niña, declaró en fiscalía como testigo y dos meses después terminó muerta. La igualdad entre mujeres y hombres es un derecho universal, reconocido en diversos textos internacionales sobre derechos humanos, además de ser un principio estrechamente vinculado al ejercicio de la ciudadanía, requisito imprescindible para la convivencia democrática.
Los hombres y mujeres ya nacieron con determinados atributos, que fueron aprendidos como producto de una asignación sociocultural, dentro del proceso de socialización. Ratificando tal postura, dice Subirats: “(…) las diferencias en el trato dado a las niñas y los niños (…) hace que ellas adquieran una personalidad más dependiente e insegura, que las conduce a unas elecciones profesionales devaluadas y a una menor exigencia en el mercado de trabajo. La transmisión del género femenino, en las aulas, pasa precisamente por la creación de esta actitud dependiente en las muchachas, así como la transmisión del género masculino pasa por la creación de personalidades capaces de mayor autonomía” Vinculamos la educación al género (también podríamos hacerlo a otros ámbitos sociales) porque entendemos que esas relaciones siguen marcando los modelos y referencias que hombres y mujeres utilizan para la construcción de su identidad. Quienes tenemos algunos años podemos decir que hemos visto a muchas mujeres (y también realizado) en las últimas décadas muchos esfuerzos, tanto acciones individuales o desde diferentes grupos, para sortear obstáculos en razón del sexo. Para garantizar el cuidado de niños, niñas y adolescentes en las escuelas la familia de la víctima busca la sanción de la Ley Vanesa que apela a la incorporación de métodos e instituciones de protección específicas para agentes públicos estatales y privados obligados a denunciar los hechos de vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes que lleguen a su conocimiento en el cumplimiento de sus funciones. Resguardo de la identidad del agente vehículo del develamiento. Anonimato en las denuncias/anoticiamientos. Licencia inmediata una vez develado el hecho puesto en su conocimiento. Traslados inmediatos. Prohibición de ser testigo en causa penal iniciada en virtud del develamiento o en su caso protección estricta de su identidad. Asistencia jurídica permanente”. Esta ley aún no fue tratada.
Es importante también hacer referencia a “la división sexual del trabajo” que habla del reparto social de tareas o actividades según el sexo-género. Este reparto varía según las sociedades y las apocas histórica, pero existe en todas las sociedades que se conocen. El reparto de “actividades” no sería tan significativo si no fuera sistemáticamente acompañado de una valoración diferencial, esto es, jerarquizada, y no tuviera fuertes y claras repercusiones en las condiciones de vida. Los hombres son protagonistas de la justicia y las mujeres que allí se desempeñan no tiene perspectiva de género, por eso es uno de los principales espacios donde se desempeña el patriarcado.
A pesar de los cambios que se han producido en las últimas décadas, la igualdad entre el hombre y la mujer en la política sigue siendo un objetivo a conseguir. La situación de la mujer todavía continúa presentando significativas injusticias en términos de barreras, falta de oportunidades y subordinación, que hace que muchas mujeres sigan teniendo un sentimiento profundo de incompetencia para participar en determinados ámbitos sociales que las lleva a alejarse de la política. El proyecto de Ley Vanesa surgió de la lucha colectiva, tras un femicidio evitable si hubieran estado dispuestas las herramientas para impedirlo. Se trata de una legislación que sirva de garantía para las y los niños abusados, las y los adolescentes vulnerados, pero también para quienes acompañan el recorrido en búsqueda de justicia
El caso fue de violencia de genero con final en femicidio íntimo. La violencia de género, violencia machista, o violencia hacia la mujer porque son los conceptos que mejor se adaptan a la realidad, ya que explican que la violencia contra las mujeres es la consecuencia de la discriminación y del desequilibrio de poder entre mujeres y hombres en la sociedad
El machismo es ante todo una etiqueta que reduce en forma grosera una realidad compleja, es una manera fácil de referirse a creencias, actitudes y prácticas sociales de varones en relación a las mujeres y a otros hombres, destinados a justificar las conductas discriminatorias contra las mujeres y contra los varones que no llena los requisitos de la masculinidad hegemónica. González y Guttman dicen que este concepto es un invento bastante nuevo (últimas décadas del siglo XX) hecho por científicos sociales y feministas norteamericanas para designar un rasgo cultural particular entre los hombres. El machismo es una manera de etiquetar el sexismo extremo
“La intranquilidad del patriarcado y el fracaso de su proyecto en todos los órdenes, se vuelve violentamente contra las mujeres, mediante la espectacularización del poder con el que se intenta persuadir de nuevo acerca de lo indiscutible de su autoridad. La puesta en escena de la fuerza, violencia y agresión, sobresignifica lo que en realidad no se tiene, o lo que está en peligro de perderse, lo de la indiscutibilidad del mundo patriarcal”
Por tanto, es fundado considerar que el femicidio es producto de la desigualdad estructural entre hombres y mujeres, así como de la dominación de los hombres sobre las mujeres, que tienen en la violencia de género, un mecanismo de reproducción de la opresión de las mujeres. El caso de Vanesa fue un femicidio no íntimo, es decir un asesinato cometido por un hombre desconocido, con quien la víctima no tenía ningún tipo de relación: agresión sexual que culmina en asesinato de una mujer a manos de un extraño.
Dice Russell y Harmes que “cuando los que se encuentran en el poder se sienten amenazados o desafiados por su subordinados, se sienten con el derecho de usar cualquier fuerza que sea necesario para mantener su poder”
Vanesa desafió al poder en pos del bienestar de su alumna. Al poder judicial y al Estado no le interesa proteger a quienes como ella quieren cambiar las estructuras hegemónicas.
Vanesa acompañó de manera comprometida, cumpliendo su función docente.
La familia continuará esta lucha hasta que Vanesa sea Ley.
* Mirna Gurina es docente de educación especial y referente del Frente de Mujeres, Géneros y Diversidad de La Cámpora Magdalena