«Estoy convencida de que fueron por nosotras a buscar lo que no pudieron con Cristina: la imagen de la humillación. Querían completar lo que no pudieron lograr con ella. Pero no pudieron, ni podrán». Eva Mieri dialogó con un diario porteño de tirada nacional luego de pasar 13 días detenida en el penal de máxima seguridad de Ezeiza, los dos primeros en total incomunicación.
«Todo fue un show grotesco, un armado político, judicial y mediático. Todo el tiempo sentí que yo era como un trofeo de guerra. Necesitaban la foto y el video bien nítidos y me hicieron posar y caminar en la comisaría una y otra vez, como si eso fuese un set. Pretendían subirme encapuchada al patrullero. Yo les dije, de ninguna manera, yo no soy una terrorista ni una delincuente, soy una militante política y voy a salir con la cara descubierta y con la frente bien en alto. En Talcahuano me maltrataron y buscaron humillarme de todas las formas que pudieron», repasa Mieri.
Aún no tiene del todo claro de qué se la acusa ni con qué fundamentos, ya que su causa —al igual que la de Alexia Abaigar y el resto de los detenidos (Aldana Sabrina Muzzio, Candelaria Montes, Iván Díaz Bianchi)— continúa bajo secreto de sumario. Se trata de una medida excepcional, reservada para delitos gravísimos, que impide a los abogados acceder al expediente.
Parte de la información la conoce por reconstrucción, a partir de las supuestas pruebas que el juzgado a cargo de Sandra Arroyo Salgado filtró y que circularon en televisión: una acusación por participar en un escrache, que la jueza interpreta o proyecta como un hecho equiparable a una acción terrorista. «Hoy estoy empezando a masticar todo esto que fue muy doloroso, y es sumamente grave. Tengo claro que fue por ser militante política, por ser peronista, por ser mujer, por ser feminista, y básicamente por ser leal a Cristina. El nuestro fue otro claro ejemplo de persecución política y amedrentamiento. Quisieron mostrar que pueden hacer con nosotros lo que quieran. Y enviar un mensaje a la sociedad: el ‘no te metás’ de esta generación», analiza.
Mieri ya regresó el miércoles a su oficina en el Concejo Deliberante de Quilmes, donde preside el bloque de Unión por la Patria. Hoy la esperaban las Madres de Plaza de Mayo, que la convocaron a participar en su tradicional marcha de los jueves, una invitación que la emociona profundamente. Según asegura, el efecto de su detención y la de Abaigar fue exactamente el contrario al buscado: «Despertó un ánimo en la militancia, lejos de atemorizarse, o de generar un individualismo de, bueno, como a mí no me tocó, no me importa lo que le está pasando a otra compañera, lejos de eso hubo un renacer, una fortaleza para salir a pedir por nuestra libertad, una solidaridad impresionante».
Fuente: Página/12 – Ph Guadalupe Lombardo