El amor te hace bien. Si no, es otra cosa

Por Eugenia Moreno

¿Cuántas veces nos hemos encontrado debatiendo sobre qué es el amor? ¿Hay un solo tipo de amor? ¿Hay varios? ¿No existe?

Históricamente nos han chipeado de alguna manera con que el amor es el sentimiento al que si o si hay que llegar, hablando en términos de pareja. El amor vendrá a salvarnos. Cupido nos flechará de él o conseguiremos la media naranja que nos complete, pues parece ser que somos incompletos hasta que esa otra mitad llega.

Las películas de Disney, los cuentos, las comedias románticas se dedicaron pura y exclusivamente a afianzar la idea del amor. El cuento del final feliz. Ese cuento que se da cuando el príncipe azul llega a rescatar a la princesa. Solas no podemos salvarnos.

El amor romántico en fechas como lo es el 14 de febrero, más allá de lo mercantilista que sea esta fecha y lo sepamos, se pone en el centro de atención.

Es momento de ponerlo en tela de juicio. Si hay algo que tiene que quedar claro es que el amor no es tolerar. El amor no es control. El amor no son celos “si te cela es porque te ama”. Lejos está de ser amor controlar a la otra persona.

El mandato social, la cultura calan tan hondo que, si bien estamos en un proceso de evolución, de transición, es difícil de deconstruir. El mandato tradicional decía que el amor tiene que ser correspondido, heterosexual y monogámico.

Es por ello que hay que reivindicar todas estas cuestiones. Los estereotipos de género, la naturalización de la violencia y la propiedad de las personas. El “hasta que la muerte los separe”, “sos mía”, “te necesito para vivir”, entre otros tantos discursos que se escuchan y leen a diario. Nada es eterno, la idea del amor eterno es dañina llegando a tolerar porque ese sentimiento se cree eterno. No necesitamos a nadie para vivir. No somos propiedad de nadie, sino de nosotros mismos. La otra persona no será nuestra media naranja que nos viene a completar, sino más bien la otra persona tiene que ser distinta, con sus gustos, sus formas y particularidades. ¿Por qué ser iguales?

Y por último, lo principal: el amor todo lo puede. Nada mas desacertado. No puede ni debe ser eso. El mandato es tan fuerte que hay que “tolerarlo todo”. No hay que soportar signos de violencia ni de manipulación. Primero, está el respeto. Después vemos.

Vivamos un amor libre. Sin estereotipos, sin mandatos. Que no lastime, que se elija y que no ate. Vivilo de la forma que quieras, sentilo, habitalo; pero jamás lo sufras. Eso no es amor.