Denuncian por abuso sexual a Raúl Sidders, excapellán de la Base de Punta Indio

Raúl Anatole Sidders, quien hasta hace pocas semanas fuera capellán en la Base Aeronaval de Punta Indio, fue denunciado por abusos sexuales que habría cometido en 2002 contra alumnos del Colegio San Vicente de Paul de La Plata, cuando era director de esa institución educativa confesional católica.


Por Laura Acosta

El hasta hace un mes capellán de la Base Punta Indio, Raúl Anatole Sidders, fue denunciado por abuso sexual por parte de exalumnos y exalumnas del colegio platense San Vicente de Paul. El portal PrensaObrera.com reveló el testimonio de al menos tres casos ocurridos allá por el 2002 en la institución platense; los hoy adultos dieron detalles de la obscenidad del religioso, que según señalaron los obligaba a masturbarse, a tocarle sus partes íntimas con excusas infantiles y hasta llegó a proponer a dos de ellos de 12 años que tengan relaciones sexuales entre sí.

Es imposible que Sidders pase desapercibido donde sea que vaya. En 2014 cuando recaló en Punta Indio llamó la atención por su altura, la boina o sombrero  siempre a tono con la sotana negra y una barba blanca espesa coronando una cara angulosa bastante particular; características que contrastan con la imagen de los capellanes, por lo general también curas de la iglesia de Lourdes, de la Santa María Magdalena, el Regimiento de Tanques o las unidades del Servicio Penitenciario. No fue el caso del religioso denunciado, que sólo fue destinado a la capillita naval.

Entre 2014 y mediados de este año Sidders participó de todas las ceremonias y varias formaciones, también solía recorrer activamente los destinos de la Base militar. Pero desde hace algo más de un mes no se lo ve por Punta Indio; su lugar lo ocupa el sacerdote magdalenense Fermín López Morilla luego de que Sidders fuera destinado por el Arzobispado Castrense en la Gendarmería de Misiones, donde también se desempeña en un comedor infantil. Este fue el dato que, de acuerdo a las versiones periodísticas, animó a las víctimas a testimoniar contra el cura del San Vicente de Paul, quienes incluso se organizaron y abrieron un mail para recibir nuevos testimonios de quienes hubieran sido víctimas: investigación.abusos.raul.sidders@gmail.com

«La verdad nunca me cerró ese tipo; andaba por los pasillos de la Base diciendo a todo el mundo, sobre todo a las mujeres, que tenían que ir a misa y que era obligatorio; pegaba papelitos con cosas de religión, folletos y… ¿Viste que dicen que las mujeres tenemos el otro sentido? No me cerraba el porte y cuando algo no cierra, por algo es«, relató a InformadorMgd una trabajadora civil del destino que solía cruzarse con Sidders, que hoy ronda los 60 años y sobre quien no trascendieron sospechas de abuso sexual locales, al menos hasta ahora.

De mirada incisiva, caminar cancino y una presencia constante en la Capilla Stella Maris, Sidders se movió en estos años como dueño de casa en el destino naval. Incluso se dio algunas licencias como provocar a los delegados sindicales de ATE, gremio con el que había tenido conflicto en 2000 cuando, estando en Neuquén, se instaló en la zona de los lagos Paimún y Huechulafquen y construyó una capilla sin autorización ni consulta con el equipo Diocesano de Pastoral Aborigen. Por este asunto ATE y la Confederación de Organizaciones Mapuches lo criticaron y pidieron al Arzobispado Castrense su remoción calificando sus actitudes como «signos de autoritarismo y dominación».

Dabel Roblín, secretario general de la seccional Magdalena – Punta Indio de la Asociación de Trabajadores del Estado recordó a InformadorMgd que «un dia entro a la Base, no sé qué comandante estaba y entra este tipo. Me mira y me dice:
– ¿Y ustedes?
– Somos de ATE, venimos a reunirnos con el comandante.
– ¿De ATE? ¿Del sindicato?- dijo- ¡Cómo cambiaron los tiempos que el sindicato puede entrar a una Base Aeronaval!
– Y bueno, eso es producto de la democracia, gracias a Dios y en buenahora que podemos entrar, me parece que está bueno ¿no?
– Si pero yo tengo un problema porque los odio a los sindicalistas.
– Tenés el mismo problema que yo con los curas, que son todos pedófilos degenerados y violines- le dije por decirle algo.
Se puso colorado, no me dijo nada y por lo que veo ahora era todo cierto
«, relató Roblín.

Otra cucarda que se suma al prontuario del sacerdote Sidders se la ganó cuando aún estando en La Plata, conducía «Ave María Purísima«, el programa de tv por cable local (sábados de 10 a 11 hs) desde donde el Arzobispado platense combatía la campaña por aborto legal, seguro y gratuito y la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral en las escuelas. En ese entonces, allá por 2012 fue denunciado ante el INADI por tildar a las mujeres que reclamaban por los derechos reproductivos de «yeguas» y «loquitas» a través de la pantalla, y para el organismo que combate la discriminación sus expresiones (las cuales se verbalizaban especialmente en «las que estudian Periodismo ahí, en la Universidad de La Plata») contenían «violencia simbólica y mediática», además de un claro «discurso discriminatorio». Fue  cuando monseñor Héctor Aguer decidió levantar el programa -del que participaban también estudiantes secundarios- del aire.

Cuando se conocieron los relatos de exalumnos contando cómo el acoso que sufrieron les perturbó sus vidas («Ustedes las mujeres lo único que saben hacer es comer, dormir y coger», o «me explicó con una mano y su lengua cómo hacer una felación», entre otros testimonios) el arzobispo platense Víctor Manuel «Tucho» Fernández emitió un comunicado desmintiendo lo publicado contra el sacerdote que se desempeñó en el colegio de la diagonal 80. En el mismo afirma que «un Tribunal de la Arquediócesis realizó una ronda de consultas (…) y la información objetiva recogida (entre exalumnos y exdocentes) permite afirmar que la nota periodística anónima mezcló narraciones referidas a distintas personas y a distintos momentos históricos (…) y atribuyó todo indistintamente al padre Sidders». Pero lejos de agotarse, el tema parece recién comenzar con este personaje; uno más que se suma a los acusados por abuso sexual y pedofilia en la extensa lista que tiene la Iglesia.


Foto: Laura Acosta