Hoy se cumple un nuevo aniversario del secuestro y desaparición del joven magdalenense Alcides Barrenese. Veterinario, futbolista amateur, aficionado a la guitarra y el folclore, militante de la Juventud Peronista, Alcides es parte de una generación diezmada que abrazó los ideales de la justicia social y el trabajo comunitario para construir una sociedad más igualitaria. InformadorMgd entrevistó a Maitena Barrenese, que nos relató la lucha por lograr justicia y reparación histórica y nos habló de la vida de su hermano.
– ¿Cuándo se produjo la desaparición de Alcides Barrenese y cómo fue el proceso de hallazgo e identificación de sus restos?
Se cumplen 43 años. Alcides desaparece el 12 de agosto de 1977.
A menos de 48 horas mis padres y yo ya habíamos comenzado a buscarlo, esto ya lo relaté en varios lugares y creo que no vale la pena volver a contarlo, pero sí hago esta síntesis: pese a todos los años transcurridos, recién a los 33 años del secuestro y desaparición de mi hermano dimos con sus restos. Eso comenzó en el 2008, cuando a mí me llega una información, a través de terceras personas, de que estaban por archivar la causa. La búsqueda de él estaba en un expediente inmenso donde estaba todo el acumulado desde los primeros años, cuando se hacían los primeros pedidos de hábeas corpus, a mano, lo cual te muestra los años que llevaba nuestro reclamo. Y siempre con la misma respuesta: ninguna.
Ya estaba trabajándose la cuestión de Memoria, Verdad y Justicia como política de Estado en el gobierno de ese momento, estamos hablando del año 2008. En el mes de noviembre me llega a mí a través de gente de Verónica el dato de que había que ir a los Tribunales Federales de La Plata, donde estaba la causa de mi hermano, para ver cómo estaba la situación. Naturalemente yo estaba acompañada por un abogado amigo, que va él primero a ver cómo estaba la causa y me avisa que tenía que ir en una semana a una audiencia para reconocer la situación porque si no archivaban la causa.
– ¿Qué hicieron entonces?
Cuando a mí me dice eso no lo podía creer, la archivaban porque habían venido varias veces pedidos a Magdalena y los devolvían con la respuesta “Familia desconocida”. Naturalmente que a la semana fui con el abogado a esa audiencia, donde daba cuenta de toda la situación, de todo el proceso legal, donde había cantidad de datos que estaban en el expediente y estos jueces lo que hacían era corroborar si eran ciertos y cómo estaba la situación. Iba yo porque mis padres a esa altura ya eran muy mayores y uno de ellos ni siquiera estaba en condiciones de ir.
En ese acto me autorizan para que me haga el ADN, porque se presumía que en una cantidad de cuerpos que habían aparecido en un sector de fosas comunes en el cementerio de La Plata, a través del trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) , que podían estar los restos de él. Ya que algunas identificaciones realizadas coincidían con el mismo lugar en donde él había estado secuestrado, según testimonios de sobrevivientes que lo habían reconocido. De todo esto yo me entero en ese momento.
– ¿Te hiciste el exámen de ADN?
El 13 de noviembre de 2008 me hago el exámen de ADN y quedé a la espera de la respuesta del EAAF. En junio de 2009 me avisan que había dado positivo mi ADN en relación a unos restos óseos de esas fosas comunes de La Plata, pero que necesitaban también una muestra de alguno de mis padres. A esa altura yo tenía a uno solo de mis padres, porque mi madre había muerto recientemente, por lo tanto al cabo de un tiempo, le hicieron la prueba de ADN a mi padre y se confirmó efectivamente la identidad de los restos, que se trataba de mi hermano.
Todo esto llevó un proceso legal, idas y vueltas, hasta hicimos una gestión con este abogado que me acompaña para que me los entregaran a mí, porque mi padre era ya una persona muy grande y podía tener un impacto emocional fuerte. Es así que el 9 de noviembre de 2010 fui a buscar los restos y el día 10 de noviembre los traemos al cementerio de Magdalena, en donde están desde esa fecha. Desde el 10 del 11 del 2010, o sea que este año se cumplirán 10 desde que lo trajimos.
– ¿Dónde estuvo detenido Alcides?
En todo este proceso también quedó constancia del lugar donde había estado detenido Alcides, que fue el Centro Clandestino de Detención “La Cacha”, que funcionó entre 1976 y 1978 en la localidad platense de Olmos.
– ¿Hubo un juicio por La Cacha?
Sí, en el año 2014 se realiza el juicio del CCD La Cacha, yo declaro como testigo. En la sentencia quedaron comprobados los hechos. El 24 de octubre de 2014 el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata condenó a prisión perpetua a 15 de los 21 policías y militares imputados por los delitos de lesa humanidad cometidos contra más de 100 hombres y mujeres en ese centro clandestino de tortura y exterminio. La sentencia incluyó condenas de 13 y 12 años de cárcel para tres civiles y un oficial de la Armada, quienes también actuaban cotidianamente ahí.
– ¿Cuál fue la formación y a qué se dedicaba tu hermano?
Alcides hizo la primaria en la Escuela 17 que era una escuela de campo que estaba muy cerquita de casa, que estaba en el medio del campo, entre Vieytes y Payró, exactamente a 7 kilómetros de Payró y 7 de vieytes, hoy funciona ahí el CEPT 29. Después vino a la Escuela Media de Magdalena e hizo el secundario y luego fue a la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de La Plata, donde se recibe en marzo de 1975.
El comienza a trabajar como docente, ya en sus últimos años como estudiante, en la Cátedra de Semiología de la Facultad y también trabaja en la Escuela Agraria de Bavio, que recién se creaba. También trabajaba como veterinario directamente con los productores de la zona, nunca tuvo Veterinaria.
– ¿Fue recordado su paso por esas instituciones educativas?
La primera institución que le hace un reconocimiento, ya cuando aparecieron sus restos, es la Escuela Media de Magdalena, donde él fue alumno.
Con motivo de la conmemoración 24 de marzo del año pasado en la Facultad de Veterinaria de la UNLP una de las calles interiores del predio lleva el nombre de Alcides, así como en otros años se había puesto en otras de las callecitas los nombres de otros compañeros detenidos-desaparecidos de Veterinaria. Así que me llamaron y estuve en ese acto.
– ¿También le gustaba el fútbol? ¿Es cierto que fue jugador en varios clubes de la región?
Era un apasionado del fútbol, era hincha de Boca. Jugó en el Club Roberto Payró, que era el más cercano al lugar donde vivíamos, porque nuestra casa estaba entre Vieytes y Payró. Luego juega en los verdes de Verónica y en el Sport de Magdalena.
La primer institución deportiva que le hace un reconocimiento es el Club Verónica, donde se hace coincidir el homenaje con un partido frente al Sport Club de Magdalena. Convocaron a las autoridades del Sport y también me invitan a mí. En ese partido Verónica le entregan al Sport una camiseta verde con su nombre y número 2, que era su posición habitual, y me entregan otra a mí.
– Qué lindo gesto…
Aquí tuvo un rol activo el periódico El Colono de Punta Indio, que fue gestor de todo eso. Que se ocupó además de buscar compañeros de fútbol e inclusive del secundario de Alcides, fue una cosa muy linda y de un gran reconocimiento. Después, en el buffet de la cancha le pusieron una placa recordatoria. El Colono siempre tuvo con estos temas una actitud muy comprometida y por eso tuvieron siempre mi reconocimiento y el de toda mi familia.
Luego el Sport también hizo un homenaje como jugador, también con una camiseta y el reconocimiento a su participación como jugador, al que también agradezco mucho.
¿Además del estudio y el fútbol, qué otra cosa le gustaba hacer, cuál era su participación en política?
Con respecto a su militancia él fue un profesional que hizo la carrera trabajando, porque mi padre en ese momento ocupaba la intendencia de Magdalena, de Magdalena grande, el partido de Magdalena y Punta Indio, así que nosotros teníamos que colaborar en cuanto a lo que éramos, estudiantes, pero a la vez ayudar en la casa y con el trabajo.
A Alcides le gustaba jugar al fútbol, le gustaba tocar la guitarra, le gustava el floclore, su compromiso fue con la sociedad y su militancia fue con la Juventud Peronista de esa época, la JP. Una militancia barrial, que en esa época no era una cosa del otro mundo, era algo común y habitual ocuparse por el otro, ocuparse en el otro. No era una militancia para ocupar un puesto, era trabajar comunitariamente para que la gente en los barrios más humildes tuviera lo necesario para una vida digna, los barrios más desprotegidos. Esa era la concepción, de ahí venimos y es lo que seguimos pensando.
¿Cuál fue el contexto en Magdalena de ese entonces?
Tenemos que situarnos en ese momento y la justificación de lo que fue la dictadura cívico-miliar, el claro complot de civiles y militares, si no esto no hubiera podido suceder, para tronchar la existencia de una generación que tenía un gran compromiso. Tenían que cercenar e intimidar, poner mucho miedo en la sociedad para descabezar a los líderes naturales.
Alcides y yo provenimos de un hogar donde se nos enseñó que la gente tiene agruparse para actuar por sus derechos elementales, trabajo, dignidad, educación, vivienda. Pertenecemos a esa generación, pero desde la casa nuestra recibimos como formación la idea de que el otro ser humano, el vecino, el que necesita, ahí tenemos que estar.
¿Qué cosas se dijeron sobre Alcides en el pueblo y cómo los afectó a ustedes como familiares?
Sobre los decires acá, sufrimos todo tipo de marginación y descalificación. Descalificar y aislar a la familia era una forma de decir que era mentira su secuestro, que Alcides estaba afuera, que no era verdad que estaba desaparecido, era una forma de que nuestra búsqueda y nuestro reclamo perdiera sentido.
Fueron años muy duros, muy difíciles. Pero como siempre pasa, así como fuimos marginados por un sector muy importante de la sociedad, pese a ser muy conocidos por haber sido siempre de acá, cuarta generación en la zona, también por las actividades de mi padre, que trabajó mucho por la comunidad aunque algunos lo quieran negar, también tuvimos el gran sostén de los amigos que estuvieron y fueron reconocidos cuando trajimos los restos, donde la decisión de mi padre fue que estuvieran los amigos que nos habían sostenido, los amigos de él, los amigos de cada uno de nosotros y los amigos de la familia, todos los que sostuvieron una amistad verdadera.
¿Qué reflexión podés hacer sobre Alcides y la situación actual que vivimos?
Al pensar hoy, 43 años después, pensando lo que es hoy nuestra sociedad y en esta pandemia, creo que su forma de trabajo comunitario y el compromiso de Alcides con el otro, con los demás, tienen más vigencia que nunca. En esta época de pandemia, una vez más, se muestra que aquí no se salva nadie solo, que es una cuestión del conjunto, de toda la sociedad, que tenemos que entender dónde estamos y que si queremos sacar adelante este riquísimo país que tenemos es con el compromiso real con el otro. Pero no el compromiso para lograr un puesto, sino el compromiso real de trabajar por la comunidad.